LIBROS

Aliocha Coll, a la sombra de Javier Marías

NARRATIVA

Su novela 'Atila' es una de las obras más extrañas de la literatura española moderna

Otras críticas del autor

Aliocha Coll (1948-1990)

«Sólo hay una forma de amar: ser perfecto. Y solo lúdicamente se puede ser perfecto». Estas frases de Aliocha Coll en su obra póstuma, la novela ‘Atila’ que hoy comentamos aquí, pueden servir de presentación a una de las obras más extrañas ... de la literatura española moderna. Aliocha Coll, escritor madrileño de familia catalana, tuvo pocos valedores en vida, pero tan significativos y resonantes como Javier Marías, que siempre defendió su singularidad, y la agente Carmen Ballcells que, especializada en pesos pesados que luego se convertirían en grandes ‘best sellers’, vio en Aliocha Coll un autor admirable al que había que defender.

Existe un acuerdo generalizado sobre la rareza imposible de la escritura de Aliocha Coll. Coll era un excéntrico, un barroco (por supuesto), un enfermo del lenguaje. Javier Marías le proponía que escribiera de forma más convencional, aunque solo fuera como experimento y diversión, y afirmaba que Coll sería capaz en la literatura de hacer cualquier cosa. No puedo estar de acuerdo con mi admirado Marías.

NOVELA

'Atila'

  • Autor Aliocha Coll
  • Editorial Galaxia Gutenberg
  • Año 2023
  • Páginas 180
  • Precio 18,50 euros

No creo que Aliocha Coll pudiera hacer otra cosa que lo que hacía. Un amigo escritor clasificaba a los autores según las frutas de verano, que tienen la piel fina y se pueden comer directamente, y las de invierno (castaña, naranja, granada), que tienen la piel gruesa. Aliocha Coll (1948-1990) nació en mayo, por lo que la cronología no cuadra, pero no cabe duda de que es un escritor granada, cubierto por una piel casi indestructible.

Gran mensaje

En la cita que encabeza esta reseña hay una palabra que me gustaría destacar: «lúdicamente». Jugar es lo que uno hace cuando vive. Jugar es lo que uno hace cuando escribe. Este es el gran mensaje de Cervantes: no creas con fe bíblica o coránica en los textos, date cuenta de que son juegos. La novela ‘Atila’ trata del famoso rey de los hunos, pero su hijo se llama precisamente Quijote. Atila, rey de los hunos, domina un inmenso imperio situado geográficamente por encima del romano y más extenso que este, pero Quijote está enamorado de Ipsibimidiata, la hija de Roma, y su papel es el de intermediario entre ambos imperios.

Atila comienza como una verdadera granada, blindada con cemento a nuestros esfuerzos. El lenguaje es incomprensible, hecho de frases de sintaxis imposible o inexistente, lleno de palabras rarísimas halladas en los rincones del diccionario (ojalar, ustible, urente) cuando no inventadas (ceraunógeno, cianoclasta). Pero poco a poco esta furia cede, y entramos en una narración que, sin ser en modo alguno convencional, cuenta una historia claramente inteligible.

Una narración que, sin ser convencional, cuenta una historia claramente inteligible. Y apasIonante

Y una historia apasionante, por cierto, que tiene que ver con el encuentro de dos civilizaciones, la romana, cultura de la ciudad, el cristianismo, el mundo clásico, y la de los hunos, de la naturaleza y de la acción. Cuando Quijote se entrevista con Atila, este le dice que no pretende conquistar Roma y «sustituirla», sino dejarse empapar por la cultura romana para construir, simbióticamente, «un mundo nuevo». Quijote lamenta la pérdida del mundo clásico, y Atila le dice: «la ruina es la esencia de la obra». Y luego: «No te atormentes. Vamos a salvar ese mundo... pero no a salvar lo salvable, sino a salvar lo salvador. Vamos a construir la Naturaleza, a edificar la Naturaleza.» Esto es una granada, sin duda, pero abierta y llena de dulces semillas color granate.

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