LIBROS
Pamuk y la caída del imperio otomano
El Nobel elabora una ficción histórica en una isla imaginaria, Mingher, que inicia una senda revolucionaria en plena pandemia
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Iniciar sesiónOriente y Occidente, realidad histórica y ficción novelesca, modernización y conservadurismo, ciencia y superstición, democracia y autocracia, religión y laicismo, liberación y sumisión de la mujer, son temas que actúan a modo de eje neurálgico que recorre brillantemente las novelas de Orhan Pamuk . Un ... gran narrador de historias fundamentalmente, aunque también refinado ensayista y memorialista en libros fascinantes y sin género como ‘Otros colores’, ‘Estambul. Ciudad y recuerdos’ o ese emocionante discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura 2006, que fue ‘La maleta de mi padre’ .
Alguien, Pamuk, que muy al contrario de languidecer y perder brío con el paso del tiempo, en cada obra -y esta reciente, ‘Las noches de la peste’ es buena muestra de ello- afronta insólitos y renovados retos, así como espléndidas y ambiciosas metáforas para narrar, una vez más, la accidentada, apasionante y turbulenta historia de la Turquía moderna. Cambios que, entre otros, afectarían cada vez más, necesariamente, al papel de la mujer en el mundo otomano : «Un mundo donde las mujeres -escribirá un periodista liberal de la época otomana- son confinadas en harenes como si fueran pájaros enjaulados y tratadas por sus hombres como esclavas o cuando menos como ornamentos decorativos».
Guiños al ‘thriller’
Enlazando con guiños de ‘thriller’ y puzzle histórico-policiaco, a la manera de novelas suyas como ‘Me llamo Rojo, o de aquella magnífica y agitada lucha entre laicismo y fanatismo religioso que se daba en ‘Nieve’, así como del hipnótico y minucioso detallismo lírico que reinaba cada rincón de su maravilloso ‘El Museo de la Inocencia’, Pamuk elabora en esta ocasión una deslumbrante ficción histórica en una isla imaginaria, Mingher. Una pequeña y paradisiaca isla, perla del Mediterráneo oriental, que inicia una senda revolucionaria, declarándose independiente del Imperio Otomano, en los momentos de su decadencia . Aunque también de la férrea e incontestable disciplina dictada desde la metrópoli, Estambul, guiada con mano firme y despótica por el sultán Abdülhamit, que derrocó a su propio hermano para subir al poder.
Mitos del lugar
¿Qué tiene Mingher, el pueblo, para declararse orgullosamente único y capacitado para gobernarse por sí mismo «a diferencia de esas colonias míseras y diminutas del Imperio repartidas por Asia y el Lejano Oriente»? La acción transcurre en 1901. Aún no han tenido lugar las grandes revoluciones de la zona que marcarán el siglo: la revolución rusa de 1917 y la kemalista en Turquía de 1923, revolución que instaurará la República, enviando a la familia real al exilio. Una mezcla de romanticismo e «ideales exaltados» flota en el ambiente. Unido a la súbita catástrofe sanitaria, es decir, la extensión de la peste por toda la isla, que cercena una gran parte de la población, un grupo de hombres y mujeres con un decidido sentido de la «libertad» decidirá dar un vuelco a las cosas.
Es de una actualidad premonitoria. Advierte a las democracias europeas
Algunos de ellos son lectores de libros que hablan de la Revolución Francesa y se animan a emprender un camino propio, no tutelado «por Estambul» ni las potencias extranjeras, al acecho. No es casual que la imagen icónica del héroe (necesaria en todas las revoluciones) se inspire en el cuadro ‘La libertad guiando al pueblo de Delacroix’. Rápidamente, en esta fase eufórica y popular no tardarán en construirse mitos del lugar y jóvenes héroes como el mayor Kâmil que, en su campaña de modernización , se tendrá que enfrentar a los líderes espirituales, como el jeque Hamdullah, de gran predicamento entre una población atemorizada, llena de supersticiones, negacionista e incrédula respecto a la ciencia.
Estamos en abril de 1901 . Según los rumores, una epidemia de peste, que viene de Oriente, se ha extendido por la isla de Mingher. Se trata de una bella isla, cerca de Rodas, en la ruta marítima de Alejandría. Una isla de frágil equilibrio multicultural, en la que conviven musulmanes y ortodoxos griegos, y que «a lo largo del siglo XX», después de la atroz pesadilla que le tocará vivir, «se recomendaría a todos los lectores de guías turísticas de Levante».
Una isla de frágil equilibrio, en la que conviven musulmanes y ortodoxos griegos
En ese momento, dos especialistas en epidemias -hay que decir que Orhan Pamuk comenzaría a escribir esta novela hace cinco años, antes de la actual pandemia- son enviados al lugar por el sultán. Por un lado, está un célebre químico y farmacólogo de fama internacional, Bonkowski, y por otro lado, está el joven doctor Nuri, experto en cuarentenas, casado con una sobrina del sultán actual, Pakize, que dejará escritas para la posteridad, y sobre todo como valiosos documentos para historiadores del futuro, unas espléndidas y detalladas cartas sobre los agitados sucesos que tendrán lugar en la isla.
Escritura de una mujer
Pasados los años, una de estas historiadoras -una mujer de la que será revelada más tarde su identidad- será la que documente la trepidante y asombrosa historia, con asesinatos por medio y enigmas «a lo Sherlock Holmes», que el lector actual tiene en sus manos. Una historiadora que, nada más empezar su relato, hará una encendida defensa tanto de la escritura propia de una mujer como de la literatura engarzada con minuciosas documentaciones, tal y como la inteligente princesa Pakize llevó un día a cabo: «Ningún embajador ha llegado a relatar los mismos acontecimientos, los día del cólera o de la peste, con esa profundidad y belleza...».
Este libro es de una actualidad premonitoria. Advierte a las democracias europeas (ella murió en 1975) que permanezcan alerta, que eviten los nacionalismos, que profundicen en una Europa federada y fuerte , que estén atentas a la URSS (hoy de nuevo Rusia), que hagan una gran labor pedagógica explicando lo que fueron los totalitarismos y los males que acarrearon. Y, además de todo esto, evitar el conformismo pues amenaza a la libertad en una sociedad de masas.
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