LIBROS
J. K. Rowling se pone seria
Tras siete títulos dedicados a Harry Potter, el 19 de diciembre llega a las librerías españolas la primera novela para adultos de su autora, «Una vacante imprevista». J. K. Rowling se hace mayor
J. K. Rowling se pone seria
El ecosistema literario tiene sus provincias de aflicción y de gozo. También su gradación zoológica. Por él transitan animales enormes, que deben ingerir grandes cantidades de alimento y ocupan vastos territorios. Otros, más humildes pero no menos importantes, necesitan apenas un pedazo de carne y ... de espacio para sobrevivir, y cavan profundos huecos donde se ocultan y medran. Cada escritor, en realidad, siempre que quiera llevar una vida razonable, es decir, cuerda, conoce muy pronto el nicho ecológico en que le corresponde habitar. Hay autores para quienes vender 50.000 ejemplares de sus títulos supone una catástrofe; hay otros para quienes cautivar a 5.000 lectores con cada obra publicada no solo significa un éxito, sino la evidencia de su dignidad y coherencia. Es muy humano que todos ellos aspiren a ser leídos por multitudes, pero cada libro exige un paladar distinto. García Márquez ha entrado en todas las cocinas del mundo, pero Beckett tiene sus gastrónomos .
Existe, además, una variable que conviene atender a la hora de conceptuar tanto a los autores como al medio en que se mueven. Todos los escritores poseen un corazón más o menos vanidoso. Y todos, de modo consciente o no, saben que, en la letra pequeña del contrato que firman con la literatura, hay una cláusula que atañe a la dialéctica entre prestigio y éxito . Por lo común, estos dos principios no caminan de la mano.
Un noviazgo imposible
Gozar de prestigio conlleva, en la mayoría de las ocasiones, un éxito discreto en términos de ventas y popularidad. Opuestamente, los escritores que venden mucho no siempre concitan el beneplácito de las academias. El canon, al menos en la literatura contemporánea, desde la amplificación gigantesca que la industria del libro vivió durante el pasado siglo, rara vez combina el privilegio del best seller con el aplauso y refrendo de las historias de la literatura. Por descontado, hay excepciones honrosas en ambos sentidos.
Todo escritor tiene el derecho inalienable de aspirar a ser otro
Arturo Pérez-Reverte , heredero de los novelistas decimonónicos que vendían millares de copias, ha logrado que su obra sea aplaudida, a menudo con entusiasmo, por lectores exigentes; Javier Marías , empeñado en secundar la trama de la gran Historia de la literatura europea, ha logrado seducir a lectores en todo el mundo sin renunciar a la excelencia y el rigor. Lo habitual, en todo caso, no es este matrimonio bien avenido, sino un noviazgo imposible. Existe el escritor exquisito, el orfebre que quedará en los anales de la literatura tras pasar por la vida gozando de un escaso y arduamente ganado público, y existe el escritor de masas, que domina tiránicamente las listas de ventas durante años, lustros o décadas antes de dormir el benévolo sueño del olvido.
J. K. Rowling ha vendido 450 millones de libros de la serie sobre Harry Potter, lo que equivale a decir que todos los habitantes de Indonesia y de Brasil, cuarto y quinto país del mundo en población, respectivamente, han adquirido su obra. La autora ha publicado en septiembre de este año su primera novela para adultos, Una vacante imprevista , en lo que parece un intento por aproximarse a lo que se denomina «literatura seria».
El mármol de la Historia
No entraremos aquí a juzgar la novela, cosa que ya han hecho con división de opiniones (más pitos que palmas) los críticos en lengua inglesa, sino a considerar las posibles razones que han animado a la escritora a cambiar de tercio. Una primera lectura, quizá la más obvia, sugiere que Rowling desea que sus lectores crezcan con ella. Los millones de niños y adolescentes que entre 1997 y 2007 siguieron las aventuras del mago Potter pueden, plausiblemente, seguir ahora los pasos de la autora en este «microcosmos tan intenso como revelador de los obstáculos que lastran cualquier proyecto de convivencia». (La frase entrecomillada pertenece a la nota de prensa de Salamandra, editorial que publicará el libro en español.) A mí, sin embargo, me interesa más una segunda lectura, que tiene que ver con esa variable antes expresada acerca de la vanidad que cada escritor lleva en su corazón .
Gozar de prestigio conlleva, en la mayoría de las ocasiones, un éxito discreto
Supongo que a Rowling, que ya ha satisfecho todos los estándares posibles del éxito en su manifestación mundana (es célebre, es riquísima, la han premiado en infinidad de ocasiones), le complacería saborear ahora las mieles del reconocimiento crítico. Imagino que en su corazón habrá una estancia en la que no solo hay lugar para jugosas cuentas bancarias y batallones de lectores fidelísimos, sino para un retrato propio junto a los de Virginia Woolf o Muriel Spark, y acaso también para ese sesudo Gotha de las élites que ponderen su obra como un mármol imperecedero en la Historia de las letras inglesas.
Todo escritor tiene el derecho soberano a ser quien es y, cómo no, el derecho no menos inalienable de aspirar a ser otro. Por fortuna, en el mundo de la literatura, como ha dejado escrito Don DeLillo en Mao II , nada hay más transparente que la obra: « ¿Sabes por qué creo en la novela? Es como un grito democrático . Cualquiera puede escribir una gran novela, su gran novela, casi cualquier aficionado escogido al azar. Y cuando el novelista pierde el talento, muere de un modo democrático: ahí está, todo el mundo puede verlo, desnudo frente al mundo, con un montón de mierda, de prosa inservible». Gran novela o prosa inservible, sabremos pronto si la literatura de J. K. Rowling pertenece al Libro Guinness de los Récords o al Libro del Tiempo.
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