La modernidad arcaica de América Latina

¿De dónde los iban a sacar? Del pasado remoto. La solución fue regresar al pasado, rescatar la ignorada herencia prehispánica y dotar con ella de referentes a las nacientes repúblicas. Por primera vez, los criollos se sintieron cercanos al mundo indígena. Los himnos, la poesía y los cantos patrióticos reivindicaron el pasado incaico, el imperio mexica, la naturaleza autóctona. En un fantástico poema de 1823, Andrés Bello le pedía a la poesía que huyera de Europa y se instalara en América, la tierra de Moctezuma, donde todo estaba por nombrar. Hasta los argentinos se sintieron herederos de los incas, y así lo reflejaron en la primera versión de su himno. Al no poder ser hispánica, la modernidad americana tendría que ser arcaica.

Lo puede comprobar quien vaya a la exposición 'Antes de América' en la Fundación Juan March, y examine la forma en que las artes decorativas americanas, los monumentos y los proyectos arquitectónicos con los que se pretendía proyectar una imagen en el exterior actualizaron los motivos y geometrías prehispánicas. Lo más viejo se convirtió en lo más nuevo. El repertorio visual se renovó y el presente republicano se reconcilió con el pasado indio, a condición de obliterar el legado cultural de la colonia. De ahí la contradicción americana. Solemos pensarnos como pueblos jóvenes o ancestrales, como indios o modernos, pero difícilmente como una continuidad histórica, por supuesto ligada a España.