Juan Chabás, testigo de excepción de un país y toda una generación
La Fundación Banco Santander rescata los artículos y la obra crítica del intelectual del 27
Juan Chabás, testigo de excepción de un país y toda una generación
No tuvo el papel protagonista, pero fue un principalísimo testigo. Uno de esos intelectuales ante cuyos ojos desfilaron varios momentos estelares de nuestra literatura que él supo cazar al vuelo. Juan Chabás, poeta, narrador y, sobre todo, crítico literario, fue una de esas figuras que no se perdió una sola de las veladas en las que nacía nuestra Edad de Plata poética, a la que él, uno de los participantes en aquel homenaje a Góngora en 1927, fue el primero en denominar y nombrar así, Generación del 27.
Chabás había sido también el primero en escribir una crítica del «Romancero gitano» de Lorca («ya está bien de Romancero, Federico, tienes que hacer otras cosas», le diría), la primera reseña del «Ámbito», de Aleixandre, o el primer comentario crítico de «Perfil del aire», de Cernuda, que fue para el poeta sevillano una herida que ni siquiera había cicatrizado treinta años después, cuando Cernuda escribe en «A sus paisanos», de «Desolación de la quimera»: «Mozo, bien mozo era, cuando no había brotado / leyenda alguna, caísteis sobre un libro / primerizo lo mismo que su autor: yo, mi primer libro».
Toda esta ingente obra crítica ha sido recogida en «Juan Chabás. Testigo de excepción», nueva entrega de la sesuda e interesantísima colección «Obra Fundamental» que edita la Fundación Banco Santander, libro que ayer presentaron en la Residencia de Estudiantes Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, José Carlos Mainer, Javier Rioyo (director del Instituto Cervantes de Nueva York) y Javier Pérez Bazo, antólogo y prologuista (prólogo de excepción, por cierto) del volumen, actual director del Cervantes en Budapest, el mayor experto en la vida y obra de Juan (Juanito, como le llamaban los del 27) Chabás, al que su última mujer, la cubana Aída Valls, cedió el legado del escritor.
Ferviente republicano, exiliado tras la guerra, Chabás moriría en La Habana en 1954, no sin antes, además de la obra de «crítica coetánea y memorialista» que recoge este volumen, dejar obras de suma trascendencia: «Literatura española contemporánea 1898-1950» y «Poetas de todos los tiempos» , una serie de guiones radiofónicos para las ondas cubanas que Chabás escribía al modo de perfiles de los que fueron sus amigos y compañeros de farra humana y literaria.
Chabás no vivía en la Residencia, sino en un apartamento de la madrileña calle de Fuencarral (pagado por su padre, que tenía posibles, era notario) pero se pasaba media vida en la Colina de los Chopos. Mientras, escribía en varios periódicos y revistas de vanguardia, y sus críticas, tanto literarias como teatrales, se esperaban con tanta expectación como temor. Su vida privada (aunque Federico lo tuviera por gafe) fue intensa, y varias mujeres de relumbrón pasaron por ella, como la bellísima actriz Carmen Ruiz Moragas (que también fue amante de Alfonso XIII).
Un intelectual del que destaca Javier Pérez Bazo, «su honradez, su lealtad a unos principios, el respeto a la obra del otro, la objetividad y no ser siervo de nadie ni de nada».
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