Jake Gyllenhaal: «Los actores necesitamos ataques de ego porque somos muy sensibles»

El intérprete da vida al alpinista Scott Fisher en 'Everest', que recrea la trágica expedición de 1996 a la montaña más alta del mundo.

Jake Gyllenhaal: «Los actores necesitamos ataques de ego porque somos muy sensibles»

MARÍA ESTÉVEZ

Simpático, tímido y muy atento, Jake Gyllenhaal contesta a las preguntas con sentido del humor, tratando de quitar importancia al hecho de estar considerado uno de los hombres más atractivos de Hollywood. El actor estrena mañana en España 'Everest', rodada en 3D, que cuenta la ... tragedia que vivieron en 1996 un grupo de alpinistas. Gyllenhaal da vida a Scott Fisher, un decidido escalador que puso de moda los viajes de aventura al monte más alto del mundo. Reinventándose profesionalmente en Nueva York tras dejar atrás su etapa en Los Ángeles, el intérprete busca abrirse camino de cara a la temporada de premios.

-¿Siente la responsabilidad de contar una historia real en la que tanta gente perdió la vida?

-Los actores tenemos mucha presión en estos casos, porque hay un punto de inflexión moral. Teníamos que hacer honor a Rob Hall y a Scott Fischer, un hombre al que en ocasiones se ha interpretado como un tipo ambicioso y peligroso. Sin embargo, en mis indagaciones con sus familiares y amigos, me he encontrado con un tipo absolutamente interesante y maravilloso. Fueron hombres capaces de escalar el Everest, es increíble.

-Y existen varias versiones sobre lo que ocurrió en aquella trágica expedición de 1996...

-Sí. En la situación en la que se encontraban ninguno podía pensar claramente. De hecho, nadie recuerda con exactitud lo que sucedió. Son piezas de información distorsionadas por la confusión que provoca la altura. La idiosincrasia de la historia forma parte de su belleza, pero que no quepa duda de que todos los actores nos hemos sentido responsables de los personajes que interpretamos. Hemos cuidado cada detalle, cada decisión que hemos tomado, para hacer justicia a lo que ellos vivieron.

-Superar el miedo forma parte del reto de estos alpinistas. ¿Se enfrentó usted a los suyos?

-Este filme me hizo reflexionar sobre la muerte. Yo siento miedo a morir y la película me ha hecho preguntarme sobre la mortalidad. Ahora estoy más decidido a pasar tiempo con mi familia, con mi padre, porque he pasado unos años trabajando sin descanso.

-El ego, ese afán humano por competir y conquistar, se pone de manifiesto en ‘Everest’. ¿Mantiene el ego en su lugar?

-No es algo que sea demasiado fácil. Muchas veces los actores necesitamos ataques de ego porque somos una raza muy sensible. Encuentro reconfortante la honestidad brutal. A veces es difícil escuchar ciertas cosas en una conversación abierta, pero nada me asusta más que mi mejor yo o, mejor dicho, mi peor yo.

-La película cuestiona el aspecto comercial de las expediciones al Everest. Cuesta entender que los guías y los pilotos de helicóptero tengan que arriesgarse por los caprichos de otros...

-Es la cultura de los sherpas. Hay gente de todo el mundo que va a Nepal a escalar. Los sherpas viven allí, conocen como nadie la montaña. Hay historias de sherpas corriendo a 4.500 metros de altura sin ningún problema. La expedición de la que hablamos estaba liderada por un grupo de pioneros conocidos por ser los primeros en comercializar el deporte de aventura en el Everest. Hay cosas que suceden cuando el dinero se invierte en algo que obliga a la gente a aprender. Este es un filme sobre relaciones humanas y lo que ocurrió en la montaña. Eso es precisamente lo que la gente debe llevarse de ‘Everest’, la experiencia del grupo.

-Por cierto, es espectacular el cuerpo que luce en ‘Shouthpaw’, otra de sus películas esta temporada...

-La preparación física fue extraordinaria porque no se trataba de fingir que sabía boxear, sino de aprender bien los movimientos de pies y manos para que pareciera real. Mis entrenadores se lo tomaron muy en serio y eso me motivó mucho más, especialmente en esos momentos en los que uno quiere tirar la toalla porque el cansancio te obliga hasta a vomitar. Es un sentimiento muy extraño tener que vomitar y seguir entrenando.

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