Los errores de Mercator y el primer mapamundi
En el siglo XVI era priopritario disponer de una herramienta que asegurase las rutas comerciales, a pesar de que con ella la representación del mundo estuviera distorsionada

En Rupelmonde (Bélgica) hay un museo que hace las delicias de todos los apasionados de la cartografía y las cartas de navegación, es el Museo Mercator, que homenajea a uno de sus hijos más ilustres, el matemático y cartógrafo Gerardus Mercator (1512-1594).
Este flamenco fue el primero en realizar mapamundis 'modernos', en los que se incluían todo el globo terráqueo de una forma fidedigna y plana (horizontal), que son los mapas con los que todos nosotros hemos estudiado geografía .
En su momento fue una verdadera innovación, ya que hasta entonces los globos terráqueos se hacían de forma individual, con esferas de madera y eran pintados a mano.
La proyección de Mercator
El flamenco imaginó que nuestro planeta estaba contenido en un cilindro infinitamente largo y con un radio equivalente al terrestre, de forma que tan solo el ecuador tocara el cilindro.
Con esta filosofía trazó rectas desde el centro de la Tierra hasta todos los puntos, de forma que cortasen la superficie del cilindro y que al desplegarlo se generase un mapa plano. De este modo, los meridianos y los paralelos forman una malla de líneas rectas perpendiculares entre sí.
Los meridianos son equidistantes y se extienden hasta el infinito a medida que se acercan a los polos y las líneas de latitud son horizontales y de la misma longitud que el ecuador, pero con un espaciado que aumenta al acercarse a los polos.
Son precisamente estas singularidades las responsables de que las dimensiones reales no sean exactamente iguales a las que aparecen representadas.
España es como Kenia
Islandia y Alaska, por ejemplo, aparecen sobredimensionadas en los mapas. En el caso del país europeo tiene una superficie un poco menor que Benin, un país africano situado en el Golfo de Guinea (100.000 kilómetros cuadrados y 112.000 kilómetros cuadrados, respectivamente), cuando la representación en los mapas está claramente inclinada hacia Islandia.
Alaska con 1.7 millones de kilómetros cuadrados tiene una superficie inferior a la de la República Democrática del Congo (2.3 millones de kilómetros cuadrados) a pesar de que en la proyección de Mercator el estado norteamericano es claramente mayor.
Nuestro país, situado en el paralelo 36, es otro de los beneficiados en esta proyección geográfica, ya que con una superficie aproximada de medio millón de kilómetros cuadrados ocupa un espacio mucho mayor que Kenia –atravesado por el Ecuador-, con una superficie está en torno a los 0.6 kilómetros cuadrados.
Posiblemente, el ejemplo más llamativo de deformación geográfica se produce cuando comparamos Sudamérica –con más de diecisiete millones ochocientos mil kilómetros cuadrados- con Europa, con diez millones quinientos mil kilómetros cuadrados de superficie. En los mapas geográficos ambas se muestran similares, lo que traduce un error relativo cercano al cuarenta y uno por ciento.
Todas estas discrepancias se deben a que, al tratarse de una proyección cilíndrica, las regiones más alejadas de la línea del ecuador se encuentran más distorsionadas, al deformar los espacios comprendidos entre los meridianos y los paralelos.
A pesar de estas 'injusticias geográficas' la aportación de Mercator fue determinante para crear los famosos portulanos con los que los marineros del siglo dieciocho trazaban los rumbos de navegación, obviando la esfericidad de la curvatura terrestre. Y es que el cartógrafo intentó lo imposible, cuadrar un círculo en un plano.
Una última curiosidad, al flamenco también debemos que utilicemos la palabra 'Atlas' para referirnos a una colección de mapas, nombre que tomó del personaje de la mitología griega.

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.
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