El enigma del último ancestro común de simios y humanos
Investigadores españoles sugieren que la especie, que vivió hace unos 7 millones de años en África, no se parece a ninguna que exista en la actualidad

Los seres humanos y los grandes simios provenimos de un enigmático ancestro común que vivió hace entre 9 y 7 millones de años en África. La auténtica naturaleza de este antiguo primate es controvertida, sin que los científicos se pongan de acuerdo sobre su ... aparencia exacta, las características que compartimos con él o las que se han perdido en el intrincado camino de la evolución humana. En una extensa revisión de lo que se conoce hasta ahora sobre nuestros orígenes, investigadores del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), rechazan los enfoques utilizados hasta el momento para describir a este antiguo pariente. El artículo, publicado en la revista 'Science' , concluye que el misterioso hominoide no se parecía a ninguna especie que viva actualmente . Probablemente se movía erguido, podía tener cierta cultura que le permitía utilizar herramientas simples y una dieta más variada que la de los chimpancés modernos.
El informe, dirigido por Sergio Almécija, del Museo Americano de Historia Natural, rechaza el enfoque actual para describir nuestros orígenes que asume que los chimpancés, nuestros parientes vivos más próximos, son un fósil viviente que habría cambiado muy poco durante los últimos 6 o 7 millones de años. Esa perspectiva atribuye a nuestro último ancestro común muchas de sus características. «Es un prejuicio antropocéntrico , porque los chimpancés, como hemos hecho nosotros, también han evolucionado durante ese tiempo», afirma David Alba, del ICP. «El problema -continúa- es que no hay registro fósil de chimpancés de hace más de medio millón de años». Sí lo hay de los primeros antepasados bípedos de los humanos, homininis africanos como los ardipitecos , el Orrorin o el Sahelanthropus , pero «eso tampoco es suficiente, porque nos cuenta la mitad de la historia».
En cambio, los autores proponen combinar ese enfoque «de arriba para abajo» con otro «de abajo para arriba», centrándose en los extraños simios del Mioceno , que existían antes de que los homininos se separaran del linaje que conduce a los chimpancés, gorilas y orangutanes. «Estos primates anteriores a la divergencia son fundamentales para reconstruir nuestro último ancestro común de una forma fiable. Si no lo hacemos, difícilmente podremos entender los primeros pasos de la evolución humana», subraya Alba.
El torso erguido
«Suponer que ese ancestro común era como un chimpancé actual es erróneo», continúa el investigador. «No podemos saber cómo era exactamente, pero las evidencias disponibles nos indican, por ejemplo, que no andaba sobre los nudillos como los chimpancés actuales». Nuestro ancestro común «probablemente ya tenía un plan corporal ortógrado, es decir, que podía desplazarse con el tronco erecto, lo cual le permitía trepar por un árbol o colgarse de una rama. «Esta característica -afirma el paleobiólogo del ICP- permitió después la aparición tanto el bipedismo como el andar con los nudillos, que son dos soluciones diferentes para moverse por el suelo».
Basándose en los primeros protagonistas de nuestro linaje, los investigadores también infieren que el ancestro común tenía un tamaño relativo del cerebro respecto al cuerpo comparable al de un gran antropoformo actual, con una inteligencia superior a la de otros primates pero inferior a la de los homininos. «En consonancia con esto, podemos suponer que tenía un cierto grado de cultura comparable a la de los chimpancés o los orangutanes, que tienen tradiciones culturales y utilizan herramientas», dice el científico. Igualmente, podían presentar cierto grado de dimorfismo sexual , es decir, machos y hembras tenían un aspecto diferente, una de las primeras características que empezó a evolucionar, para suavizarse, en el linaje humano. «La reducción del tamaño de los caninos en los machos se relaciona con un cambio de comportamiento, una reducción de la agresividad», señala. También es probable que su dieta fuera más variada que la de los chimpancés, especialistas en consumir frutos maduros y blandos.
La idea de Darwin
En 'El origen del hombre' (1871), Darwin especulaba que los humanos se originaron en África a partir de un antepasado diferente de cualquier especie viva. Ciento cincuenta años después, el hallazgo de posibles homininis, acercándose al momento de la divergencia humano-chimpancé, en África oriental y central -y algunos afirman que incluso en Europa- y de más de 50 géneros de simios fósiles en África y Eurasia, pueden ayudar a darle la razón. Como dice Alba, «no se puede entender nuestra historia evolutiva sin entender y sin reconstruir bien el punto de partida ancestral».
A pesar del deseo de encontrar lo que de forma popular se llamaría 'eslabón perdido', el investigador advierte de la necesidad de que los propios científicos «no exageremos cuando aparecen los fósiles de nuevos primates. Por ejemplo, Danuvius se dio a conocer en 2019 diciendo que iba a cambiar lo que sabíamos sobre la evolución humana y ni siquiera era bípedo. Las especies del Mioceno son muy importantes para entender nuestro ancestro común, pero hay que ser precavido».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete