El Sol arrasa Mercurio con una poderosa oleada de plasma
Se trata de una potente eyección de masa coronal, emitida el 11 de abril y que tardó menos de un día en llegar al pequeño planeta

El pasado 12 de abril, una gigantesca ola de plasma procedente del Sol envolvió por completo a Mercurio , el primer mundo de nuestro sistema planetario, arrancándole parte de su atmósfera y arrasando los materiales de su superficie.
La poderosa erupción, una eyección ... de masa coronal (CME por sus siglas en inglés), fue observada surgiendo de la cara opuesta del Sol durante la noche del 11 de abril, y tardó menos de un día en golpear a Mercurio. Según se explica en 'Spaceweather' , la intensidad fue tal que la nube de gas ardiente podría haber llegado a crear una 'atmósfera temporal' en el planeta, e incluso alimentar con más material la cola de Mercurio, similar a la de un cometa.
Como suele ser habitual, la oleada de plasma surgió de una mancha solar, un área oscura más fría que el resto y en la que poderosos campos magnéticos se anudan, se retuercen y finalmente se rompen, originando un 'latigazo' de plasma ardiente, una eyección de masa coronal. Durante estos eventos, el Sol se libera violentamente de miles de millones de toneladas de material, partículas muy energéticas que se desplazan muy rápidamente por el espacio.
El Sol emite CME en todas direcciones, y aunque muchas de esas nubes ardientes se pierden en el espacio, otras encuentran planetas en su camino. En los mundos que, como es el caso de la Tierra, cuentan con un campo magnético que hace de escudo, la mayoría de las CME son absorbidas y desencadenan potentes tormentas geomagnéticas. Algunas de las partículas de la nube de plasma, sin embargo, consiguen filtrarse por las líneas del campo magnético cerca de los polos, agitan las moléculas de la atmósfera y liberan energía en forma de luz, dando lugar a hermosas auroras boreales.
Las tormentas geomagnéticas más fuertes, a pesar de esa protección natural, tienen el potencial de inutilizar los satélites de comunicaciones, de paralizar ordenadores y otros aparatos electrónicos e incluso de quemar las centrales eléctricas.
Pero Mercurio no dispone de esas defensas. Su campo magnético es muy débil, y a eso se añade su proximidad al Sol. Lo cual significa que, cuando el Sol lanza una CME en su dirección, los efectos son devastadores. Millones de años de 'agresiones solares' en efecto, han despojado al planeta de su atmósfera, prácticamente inexistente. Y los átomos que quedan en ella se pierden constantemente en el espacio, formando una cola de material expulsado que se proyecta en dirección opuesta al Sol y que se parece a la de los cometas.
Se da el caso de que las propias partículas de las eyecciones solares sustituyen a las que se pierden, dando lugar a tenues 'atmósferas temporales' alrededor del planeta.
Hasta hace poco, los científicos no estaban seguros de si el campo magnético de Mercurio era lo suficientemente potente como para inducir tormentas geomagnéticas, pero dos estudios publicados en febrero en 'Nature Communications' y 'Science China Technological Sciences' han demostrado que sí. El primer artículo demostró que Mercurio tiene una 'corriente de anillo', un flujo de partículas cargadas en forma de rosquilla que fluye alrededor de una línea de campo entre los polos del planeta, y el segundo señaló que esta corriente es capaz de desencadenar tormentas geomagnéticas.
La eyección de masa coronal del 12 de abril, por lo tanto, puede haber provocado una de esas tormentas, y de grandes proporciones, explican los investigadores. La actividad solar, que llegará al máximo de su ciclo de 11 años hacia 2025, ha aumentado mucho más rápido de lo que predecían los pronósticos oficiales, lo cual está causando erupciones solares y eyecciones de masa coronal mucho mayores de lo previsto.
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