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Cómo entrenar la paciencia: ¿Hay que tenerla siempre o sólo con los que lo merecen?

El psicólogo Tomás Navarro explica las claves para entender en qué casos es adecuado trabajar la paciencia y en qué otros casos lo que conviene es atender a otras habilidades

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¿Merece cualquier persona que seamos pacientes con ellos? Esta es la respuesta. tomás navarro
Tomás Navarro

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¿Qué beneficios tiene la paciencia? A priori uno puede pensar que muchos. O al menos eso es lo que suele decirse. Sin embargo, tengo que matizar que la paciencia como un total, como un absoluto, no es tan importante como la capacidad para modular la paciencia. ¿Hay que ser paciente? Pues depende. Depende del momento, de la persona con la que vamos o no a ser pacientes, de la situación... La paciencia, así, a solas, en general, no tiene por qué ser buena pues a veces aguantamos cosas que no tenemos que aguantar o a veces simplemente necesitamos tener paciencia para llegar a un destino o conseguir algo determinado.

Lo que sí que conviene aclarar es que la paciencia está relacionada con el autocontrol y con capacidad para gestionar la espera, pues muchas cosas no son inmediatas. Lo que sí sabemos es que la gente que tiene capacidad para regular la espera y tiene esa capacidad, también tiene más autocontrol y por tanto una vida más plena, más fácil, más sencilla, con más bienestar y con menos problemas.

Existe la posibilidad de conocer este rasgo de la personalidad a través de un experimento clásico, el del marshmallow (malvaviscos o 'nubes'), que consiste en dejar a tu hijo en una habitación con un plato delante de él que contenga un dulce, puede ser un pastelito, una nube, una gominola... o cualquier cosa que sepas que le apetezca. Y después le dices: «Mira, voy a salir un momento, vuelvo en cinco minutos, si cuando vuelva no te lo has comido, te doy otro. Y si te lo has comido, no habrá más». Y esperas a ver qué pasa. ¿Lo probáis en casa y nos contáis cuál fue el resultado y lo dejáis en los comentarios?

Pero vayamos al grano, ¿realmente tenemos que ser pacientes con todas las personas y en todas las ocasiones? Lo que me gusta explicar es que hay una diferencia entre procesos y personas. Voy a poner un ejemplo. Imagina que plantas un huerto y esperas a que salga la cosecha, pero resulta que tarda y entonces piensas que qué poco paciente que eres con el huerto. Pues ahí lo cierto es que seas o no paciente cada planta crecerá a su tiempo, unas al mes, otras a los dos meses... Y lo mismo podría aplicarse a un embarazo, es cierto que hay distintos casos pero en general dura el tiempo que dura, nueve meses, tengas o no paciencia. Por tanto, los procesos requieren un tiempo y por eso conviene ser paciente con ellos.

En cuanto a las personas, lo cierto es que a veces nos equivocamos y somos pacientes con personas con las que no tenemos que serlo. Como explico en mi libro 'Tus líneas rojas' (Zenith) sucede que, con algunas personas, el primer 'no' invalida todos los 'síes' que has dado. Por tanto, ¿para qué vas a aguantar 25 'síes' que no querías decir pero que dijiste por si la otra persona se enfadaba para al final llegar al «no» que es el que querías dar o al que al final llegas porque la persona ha agotado tu límite?

Propongo hacer una prueba cuando tengas dudas y es actuar con el «no» directo. Por ejemplo, te dicen que si no te importa hacer de canguro ese fin de semana porque unos amigos se van a cenar y a ti se te dan muy bien los niños. Pero lo cierto es que tú ya tienes plan, así que dices directamente que no. Si las otras personas se molestan o te lo echan en cara, ya tienes la respuesta: te has ahorrado todos los «si» que ibas a dar sin quererlo. Y este tipo de pruebas lo que hacen es despejar la incógnita. Por tanto la paciencia con las personas debe regularse bien a través de las peticiones, luego es cierto que hay procesos, relaciones, amistad... etc. que requieren un conocimiento previo y eso puede dar lugar a distintas interpretaciones.

Otra señal que puede ayudar a saber cuándo debemos tener paciencia y cuándo no es la incomodidad, no estar bien con esa decisión, porque eso ya no está dando datos. Podría decirse que ser paciente es como la sal en la comida, dependiendo del plato o de la situación, podemos poner más o menos.

¿Cómo se puede ser entrenar la paciencia? Es cierto que hay gente que tiene más facilidad para entrenar la paciencia y a otros les suele resultar más complicado. Pero lo cierto es que hay ejercicios para trabajarla. Uno de ellos tiene que ver con la comida, que es un estímulo primario muy fuerte. Te la pones delante y programas en el teléfono una alarma que suene dentro de 10 minutos. Y hasta que no suene la alarma, no empiezas a comer. Es sencillo. Y eso se puede hacer con otras cuestiones como las compras compulsivas o con todas aquellas acciones que requieran autocontrol. Y no sólo eso sino que deberíamos intentar trabajar la paciencia desde niños, con nuestros hijos o con los más pequeños de la familia.

Otra llamada de atención que podemos hacer con respecto a la paciencia tiene que ver con el WhatsApp. Y es que hay que recordar algo que no siempre se recuerda y es que es un sistema de comunicación asíncrono, es decir, pones un mensaje y el interlocutor puede leerlo en ese momento o más adelante, así que se puede trabajar la paciencia teniendo claro que ya contestará cuando pueda o si lo recibimos nosotros se puede trabajar la paciencia no contestando inmediatamente, sino en unos minutos. Y lo mismo pasa con los correos electrónicos. ¿Qué hay de ese correo de enfado? ¿No deberíamos parar el impulso de decir lo primero que nos pasa por la cabeza? Nos envían un correo que nos enfada y queremos responder lo antes posible y casi sin pensar. Y aquí se puede plantear la misma estrategia de la alarma, te pones la alarma diez minutos después y cuando suene de nuevo contestas.

En definitiva, controlar la impulsividad y el deseo es una oportunidad para controlar o modular la paciencia.

Puedes descubrir otros consejos de Tomás Navarro (@tomasnavarropsi en instagram) para poner límites a aquellas personas que nos hacen daño en su obra 'Tus líneas rojas' (Zenith/Planeta). Y además, puedes leer aquí otros artículos de Tomás Navarro en ABC Bienestar.

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Sobre el autor Tomás Navarro

Psicólogo, consultor y escritor. Es autor de los libros «Fortaleza emocional», «Kintsukuroi, «Wabi-sabi», «Yo soy así» y «Eres más fuerte de lo que crees», publicados en Zenith y traducidos a varios idiomas. Colabora con medios de comunicación y ha impartido conferencias en más de veinte países. Escribe, realiza sus sesiones de empresa y atiende a particulares en la montaña, pedaleando, andando o esquiando en el corazón del Pirineo, donde reside.

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