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COP27

Los jóvenes toman la palabra en la COP27: «Los ricos tienen que pagar»

Activistas climáticos de todo el planeta han defendido junto con Unicef una transición justa y que el sur del planeta reciba la financiación concreta para paliar los daños del cambio climático

Jovenes COP27. UNFCC

José A. González

Tras los discursos de los líderes durante dos jornadas ante el plenario de la COP27 celebrada en Egipto, ahora es el turno de los jóvenes, cuya voz ya se escucha por los altavoces de los pabellones de Sharm el Sheij. En la COP25 de Madrid, los adolescentes 'tiraron' la puerta abajo y sus reivindicaciones se escucharon dentro de los pabellones de Ifema. Dos años después en Glasgow el «bla, bla, bla» de Greta Thunberg quedó grabado como una de las frases de estas cumbres.

Ahora, tres años después, y sin la adolescente sueca presente, las reivindicaciones toman fuerza, pero con las voces del sur del planeta. «No podemos continuar con esta injusticia», claman los jóvenes en una rueda de prensa a escasos metros donde los líderes mundiales discuten al mismo tiempo cómo financiar la crisis climática.

Semanas antes del inicio del vigesimoséptimo período de sesiones de la Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés), Unicef avisó en un duro informe que «si no se toman medidas drásticas, será el año más frío de la vida de los niños de hoy». Solo este 2022, 27,7 millones de niños y niñas en 27 países de todo el mundo han sufrido los efectos de inundaciones devastadoras. «Este año nos ha abierto los ojos y ha puesto de manifiesto que ningún país del mundo está a salvo, revela Luisa Neubauer (Alemania).

«Ningún país está a salvo de los efectos del cambio climático»

Las inundaciones en varios puntos del planeta han «contribuido a aumentar la propagación de las principales causas de mortalidad infantil, como la desnutrición, la malaria, el cólera y la diarrea», destaca Unicef en sus informes. En Pakistán, uno de los países más golpeados este año por los efectos de la crisis climática, casi dos millones de niños no pueden ir a la escuela, porque ha desaparecido bajo las aguas. Sin embargo, no es el problema más grave, ya que «se ha descubierto que 1 de cada 9 niños y niñas menores de cinco años ingresados en centros de salud, en las áreas afectadas por las recientes inundaciones de Sindh y Baluchistán, sufrían desnutrición aguda grave», denuncia la oenegé.

El 14 de junio, la temporada de lluvias dejó casi un tercio del país anegado. Hasta la fecha, más de 1500 personas han muerto, entre ellas 552 niños y casi ocho millones de pakistaníes se han visto desplazados de sus tierras. «Somos un país muy vulnerable a los efectos del cambio climático», responde Aisha Baloch, activista de Fridays For Future Pakistán. «Los jóvenes de los lugares más afectados de la Tierra se están ahogando en la inacción climática», advierte Paloma Escudero, jefa de la delegación de Unicef para la COP27.

Financiación justa

Ese impacto no sólo se ha notado en los países más vulnerables, sino también ha dejado su huella en el centro de Europa donde el pasado 2021 se vivieron episodios de inundaciones extraordinarias. Centenares de personas murieron en Alemania y Bélgica por riadas históricas. «Alemania destinó millones y millones para la reconstrucción y Pakistán tiene que retrasarlo, porque no tiene ese dinero, ¿por qué?», se pregunta Vanessa Natake, embajadora de Unicef.

Según los cálculos de Naciones Unidas, la reconstrucción del país asiático llevará meses e «incluso años», según Antonio Guterres, secretario general de la ONU. «El clima está roto y quienes lo han hecho deben pagarlo, eso es justicia climática», asegura Nicole Becker, representante de Argentina.

«El clima está roto y quienes lo han hecho deben pagarlo, eso es justicia climática»

El 1% más rico de la población mundial ha sido responsable de más del doble de las emisiones de gases de efecto invernadero que los cerca de 3.100 millones de personas que conforman el 50% más pobre. «Los ricos tienen que pagar los daños que nos han ocasionado», denuncia Natake. «Justicia climática no solo es dar dinero, sino también dejar de invertir en combustibles fósiles. No dejaremos que gasifiquen África».

Seguridad alimentaria

Los efectos del clima son ya patentes en la vida de muchos jóvenes que se han sentado ante el micrófono en la rueda de prensa organizada por Unicef, pero «hablar de «hablar de justicia climática, también es hacerlo de seguridad alimentaria», apostilla Eric Njuguna, joven keniano.

«No dejaremos que gasifiquen África»

La sequía es una constante en algunos lugares de África, «llevamos cuatro años sin ver llover», denuncia Fazeela Mubarak, joven keniana y fundadora de Wild Heart Kenya. Trece millones de personas en el Cuerno de África se levantan cada día con hambre. «El pasado mes de julio 900 personas murieron de hambre por una racha de sequía», denuncia Nyombi Morris, joven ugandés de 24 años.

A esta precaria situación se suma la guerra en Ucrania, aunque librada a miles de kilómetros sus efectos también se dejan notar en el continente africano. «Nos ha dejado sin comida», Njuguna. El Cuerno de África depende en gran medida del grano ucraniano y los fertilizantes rusos, su difícil importación ha elevado los precios. «Hay que escuchar a África y su gente».

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