Ruth Ortiz pide judicialmente los restos óseos de sus hijos para darles sepultura

En dicho escrito, al que ha tenido acceso este periódico, Carrero argumenta que «no ve obstáculo legal para que la familia pueda dar sepultura a los mismos al haber quedado completamente acreditado por medio de abundate pericial que se trata de restos de dos menores de 6 y 2 años». Sobre todo, porque «es imposible imaginar que sean otros los dos hijos de mi principal, sin que exista denuncia de la desaparición de niños de tales edades».

L a letrada de Ortiz asevera que «no se puede seguir manteniendo el dolor de una familia por una treta únicamente jurídica» , en alusión a que el padre de los menores, José Bretón, único imputado de la causa y en prisión desde el 21 de octubre de 2011, «lo niega en el ejercicio de su derecho a no declararse culpable», interpreta María del Reposo Carrero. A ello añade que de mantenerse esta circunstancia no sólo sería «moralmente reprochable sino contraria a los principios generales del derecho y al interés de la Justicia».

El abogado de Bretón, José María Sánchez de Puerta, terció ayer en el asunto. Como ha pedido el instructor del caso, los restos permanecerán en las dependencias judiciales hasta la celebración del juicio. A juicio de Sánchez de Puerta, porque «procesalmente no se pueden» entregar a la familia materna de los niños, como reclama, pues, «son una prueba de cargo, que le puede servir a cualquiera de las partes y por tanto tienen que estar en el juzgado».

Sin embargo, y atendiendo a las razones planteadas al juez del caso por la acusación, los restos «nada podrían aportar como pruebas de convicción a un jurado que no tiene que entender de restos óseos». En este punto, Carrero incide en la complejidad científica de esta labor al recordar que sólo el doctor Francuisco Etxeberría se percató de ellos diez meses después de los hechos y tras el dictamen policial.

Es más, la letrada de Ruth Ortiz expone que se opondría a una posible exhibición de los huesos, muy deteriorados , en la futura vista con jurado «en el ejercicio legítimo de preservar su intimidad, tan violada ya». Para ello recuerda que hay fotografías de los mismos con las que se ha venido trabajando. Carrero argumenta que hay casos menos flagrantes que el presente en los que sí se ha adoptado esta medida y reitera en su escrito que Ruth Ortiz «no merece por un día más sufrimiento».