Tortoise El magisterio del post-rock
MARTA MOREIRA
Muchos recordamos todavía la magnífica actuación de Tortoise en el Festival Observatori de 2004, celebrado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Han tenido que pasar casi siete años más para volver a ver en cartel a la mítica banda de ... Chicago, cuyos discos y conciertos se sirven siempre en dosis espaciadas, principalmente debido a los diversos proyectos paralelos en los que están envueltos sus miembros.
Así, casi tres años después de la publicación de su último álbum, “Beacons of Ancestorship”, y pocos meses después de publicar la banda sonora de la película de terror «Lovely Molly» —dirigida por el autor de «The Blair Witch Project», Eduardo Sánchez—, Tortoise vuelven a España. La gira recalará en la sala Wah Wah de Valencia el 17 de mayo.
Convertidos desde mediados de los noventa en el epítome del post-rock norteamericano —ese subgénero que catalizó todas las influencias pasadas de la música independiente—, Tortoise es uno de esos grupos que concita los gustos de públicos muy dispares. Una virtud previsible, si tenemos en cuenta que sus discos son un cajón de sastre en el que cabe desde el dub y el free jazz hasta el krautrock, la música electrónica y, si nos ponemos estupendos, incluso el hip-hop. Ahí donde les ven, tan sobrios y entrados en la cuarentena, ésta fue la primera banda de la escena de rock independiente que se lanzó a encargar remixes de sus canciones a los dj y productores más punteros de la electrónica underground y la experimentación como Oval, U.N.K.L.E. y Jim O’Rourke. Algo que ahora es moneda común, pero que entonces resultaba un sacrilegio para las secciones más rancias del punk rock.
¿Demasiado cerebro? En un momento como el actual, en el que las bandas instrumentales se inclinan más hacia las emociones y el hedonismo que a la introspección (Battles, Holy Fuck y los españoles Lüger son vivos ejemplos de ello), la cerebral lucidez de Tortoise puede resultar anacrónica. Por momentos se echa de menos un poco más de laxitud y espacio para el error, pero es que sin ese exceso de control sobre los detalles dejarían de ser ellos mismos. Los seguidores de la banda que lidera (al menos frente a los medios) el batería John McEntire agradecen que la senda evolutiva del grupo no se haya perdido por derroteros ajenos al que les corresponde. Cuando se trata de los «clásicos modernos», a la mayoría nos gusta comprobar que las raíces siguen estando ahí, incorruptibles.
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