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la lupa

El BNG se jibariza

Beiras debe decidir si dirige una alternativa al BNG capaz de situar el nacionalismo gallego al nivel de CiU y PNV

alfredo aycart

ATENTOS sólo a sus enseñaciones más irreales, pero con el control total de la burocracia interna, la nomenklatura de UPG consiguió ayer imponer a sus candidatos a la presidencia de la Xunta y a la potavocía del BNG. La coalición se parte irremediablemente en dos, pero los coroneles mantienen con reforzada disciplina el control de la caverna después de la Asamblea celebrada ayer en Amio, el recinto que agoge una de las ferias de ganado más importantes de Galicia.

No ha sorprendido a nadie ni la anunciada retirada del portavoz derrotado, Carlos Aymerich, ni el goteo de abandonos que amenaza con convertirse en escisión en pocos días. La victoria de Guillerme Vázquez y Francisco Jorquera se ha cimentado en criterios de clientelismo y lealtad funcionarial de empleados y cargos. Ayer, en Amio, en el escenario donde los tratantes marcan habitualmente el precio de la cabaña ganadera gallega, se cerró la última posibilidad de recuperación de una coalición nacionalista que dio definitivamente la espalda al autor de su crecimiento desde su solitario escaño a la jefatura de la oposición.

No fue gratis. El veterano portavoz nacionalista evidenció su carisma cuando consiguió cerca de la mitad de los votos de la militancia reunida en su encuentro más multitudinario. Que estuviera a punto de imponerse a quienes controlan con ademanes del más rancio autoritarismo la coalición desde hace décadas, habla de la grandeza del prestigio que aún conserva. Que no pudiera culminar la remontada ilustra la contundencia de la dictadura impuesta por quienes representan, sin duda, el búnker más cerrado dentro de un nacionalismo gallego que queda huérfano de referencias ilustradas en su actual formulación partidaria.

El continuismo sancionado ayer supone una jibarización absoluta de una coalición que nació con ademanes de transversalidad irremediablemente perdidos. Poco puede esperarse de un Guillerme Vázquez tan incapacitado para la autocrítica que presentó un informe —aprobado por sus afines— en el que se felicitaba por haber conseguido marcar la agenda política en la Comunidad. El BNG ha quemado sus naves en una deriva ajena a una sociedad que, como la gallega, acoge con entuiasmo perfectamente descriptible a tenor de los resultados electorales, a quienes se pretenden imponer como salvapatrias.

La única incógnita es si el caudal de respaldos articulado a la alternativa a UPG tiene el peso suficiente como para alentar el abandono definitivo de una coalición sometida a la dictadura interna. Hoy es posible configurar una propuesta electoral capaz de situar al nacionalismo gallego al nivel de lo que representan en Cataluña CiU y el PNV en Euskadi. Xosé Manuel Beiras tiene de nuevo la palabra.

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