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ABC Cultural

Tres brindis al Viti

Sin orejas, hemos visto faenas interesantes en Bilbao, no rematadas con la espada

Tres brindis al Viti EFE

ANDRÉS AMORÓS

En Bilbao, esta semana, se vive el ambiente taurino con altura, a todas horas. Anoche coincido, cenando, con El Viti, con Leopoldo Sánchez Gil, que presidió el Club Cocherito , con Paolo Mosole, que preside el de Milán...

Sale el sol, brillan las placas de titanio del Guggenheim, los pináculos de la Alhóndiga ... ¡LLeno de «no hay billetes» , por fin, con un gran cartel! Los toros de Victoriano del Río se dejan, en la primera mitad, pero impiden el lucimiento, en la segunda. Sólo las espadas impiden que se corten trofeos. Los tres diestros brindan al Viti.

El año pasado, Ponce cuajó en Bilbao una de sus mejores tardes . Se anuncia, este año, en dos: una de sus apuestas fuertes. Sale vestido de «tabaco y oro», igual que el seudónimo taurino del poeta bilbaíno Javier de Bengoechea. (Recuerdo un verso suyo: «He de lidiar mi vida aunque no quiera»). El primer toro es distraído, flojo, quiere irse. Enrique lidia con su conocida maestría, esa «difícil facilidad» que tantos quisieran tener. Cuando el toro se raja escandalosamente a tablas, lo sujeta, no le deja irse, aprovecha las querencias, dibuja preciosos naturales. Faena pulcra, impecable... pero pincha.

La mala suerte le persigue en el cuarto, manso, corto, mirón, que resulta peligroso, alarga la gaita, quiere coger... Un regalo. Enrique hace lo debido: doblarse con él y matarlo. Se ha llevado, claramente, el peor lote .

El segundo toro no vale nada en los primeros tercios pero llega bonancible al último. Me enseñaron siempre que torear es mandar; no es ponerse bonito: El Juli manda, con dominio total. LLeva prendido al toro, alarga las embestidas, templa. Algunos naturales son, como las Plazas, monumentales. Faena completa, de dos orejas... pero pincha en hueso, antes de la estocada. (El público, ahora, exige que el toro caiga en seguida, como sea).

El quinto, burraco, parece más atanasio que domecq . Julián lo lleva al centro, le aguanta mucho, pero el toro se desentiende; le busca, con peligro, en los pases de pecho. El Juli está firme y profesional, se justifica, pero no cabe el lucimiento cuando el toro se raja por completo. Esta vez sí consigue una estocada espectacular.

Al tercero, flojo, templado, huído, apenas lo pican. Saludan en banderillas Joselito Gutiérrez y Barbero. Perera, en el platillo, se muestra muy firme, liga derechazos y cambios de mano. Al final, consigue naturales mandones. La faena es desigual pero valiente; el arrimón, espectacular. Pero pincha...

El sexto, de Cortés, es castaño, cinqueño, parece descoordinado de atrás . Hay muchas protestas pero el Presidente lo mantiene. Al cambiar el tercio, se derrumba; vuelve a hacerlo en el primer muletazo. Aunque Perera lo intenta, no hay nada que hacer.

Sin orejas, hemos visto faenas interesantes, no rematadas con la espada. Al ver esta arena cenicienta, ¡cuántos recuerdos habrá tenido Santiago Martín! También, nosotros, al ver a un gran maestro, a una excelente persona.

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