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ASÍ LO VEO YO

MUTILADOS

Para el Teniente Agustín Gras Baeza y la soldado Jennifer García López

MARÍA DEL PINO FUENTES DE ARMAS

TRAS un atentado con una potente mina que destrozó su blindado Lince y dejó otros tres heridos, dos soldados españoles resultaron mutilados en Afganistán el pasado fin de semana. Uno de ellos con empleo de soldado y con apenas veinticinco años; el otro, un teniente ... de veintiocho, ambos pertenecientes al Regimiento de Infantería Soria 9, con sede en la isla de Fuerteventura. Hasta aquí la noticia —una de las tantas de la larga lista de titulares que recoge, diariamente, el latir de un país que sufre significativas convulsiones sociales—, que ha sido destripada y analizada por las mentes preclaras del momento, muchas de las cuales insisten en denunciar los riesgos que sufren nuestras tropas al participar en una guerra que no es la nuestra. Otros, en cambio, califican la labor del contingente español en Afganistán de necesaria, señalando la misión de dura y peligrosa, propia del oficio del soldado, caracterizada por una serie de riesgos inherentes a la naturaleza de una profesión que, sin duda alguna, tiene una pizca de vocación y un mucho de sacrificio personal.

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