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«El arquitecto de la concordia»

Ex ministros, amigos, alumnos y profesores destacan la «extraordinaria» figura del ex presidente

«El arquitecto de la concordia» d.arranz

ROCÍO BLÁZQUEZ

El espíritu de la Transición y de los primeros gobiernos democráticos impregnó ayer los rincones históricos de la Universidad de Salamanca. El centro académico en el que terminara sus estudios en leyes en 1957, ingresó ayer en su memoria al ex presidente Adolfo Suárez, a un «extraordinario político y pensador práctico» como lo definió su propio hijo en una carta remitida a la institución académica. La Universidad salmantina recobraba con este acto una «parte esencial y fundamental» de la historia de nuestro país, tal y como declaraba el que fuera su ministro de Gobernación, Adolfo Martín Villa.

A través de un emotivo homenaje, auspiciado por los alumnos de la institución académica, el mundo de la cultura y la política se fundió para recordar a una figura clave de la historia reciente de nuestro país, al «arquitecto de la gran concordia nacional» como lo definió el que fuera ministro de Transportes y posteriormente de Trabajo junto a Suárez, Salvador Sánchez Terán, al que le embargó la emoción desde los primeros instantes de un acto marcado por el sentimiento de gratitud y amistad hacia un hombre «honesto y coherente en sus relaciones políticas y humanas». Así quedó patente con la presencia ayer en Salamanca de un nutrido grupo de colaboradores, amigos y ministros de la época como José Lladó Fernández-Urrutia, Manuel Núñez Pérez, Rafael Calvo Ortega, Luis Gómez y Luis Gámir Casares, entre otros.

El edificio Histórico de la Universidad, aquel que tantas veces visitó Suárez y con cuya fachada jugaba con sus hijos a los que conminaba a encontrar la famosa rana, ha integrado ahora en su historia al presidente de la Transición. Un vítor en el claustro bajo de la Escuelas Mayores recuerda desde ayer al que fuera líder del Ejecutivo español entre 1976 y 1981, y con una leyenda transcrita de las propias declaraciones del ex presidente: «La concordia fue posible».

Tres décadas después de una de las etapas más difíciles de la historia reciente de nuestro país, Martín Villa recordaba el «importante significado» del acto que reconoce los méritos de un hombre que consiguió que los 200 primeros días de su gobierno se produjera «algo único en los últimos 200 años en España», como era la inexistencia de un solo preso político, ni de ningún exiliado.

Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores con Suárez, le recordó como «el artífice esencial de la democracia», mientras destacaba que en la actualidad existe «un gran interés por parte de los universitarios y de la sociedad en general» por la figura y obra de Adolfo.

«Sencillo y entusiasta»

El Jefe de la Casa de S.M el Rey y director del Gabinete del ex presidente, Alberto Aza, tuvo también palabras de reconocimiento para «un hombre sencillo y entusiasta que labró el futuro de España». Fue «el gran político del postfranquismo», continuó Aza, aquel que prefería «la concertación a la confrontación» y que impregnó el vocabulario político de palabras como «transición, reforma y consenso».

A pesar de que recordó que a Suárez no le gustaban los actos de estas características, «éste sería distinto», dijo, y «Adolfo pensaría que aquí se abre el camino para dignificar la política. Esta vez política con mayúsculas». Lágrimas de emoción y aplausos cerraron un acto sencillo en el que el nombre de un gran político queda labrado en las centenarias piedras de la Universidad salmantina.

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