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Turismo de favelas: inolvidable viaje a otro Río de Janeiro
Con el Papa Francisco en la JMJ y las citas deportivas de 2014 y 2016 en el horizonte, Río de Janeiro muestra a los turistas la mejora de sus barrios marginales
ARACELI ACOSTA
Cuando falta un año para que Brasil acoja la Copa del Mundo de Fútbol y tres para la celebración de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, la ciudad carioca intenta desprenderse de su fama de insegura, que la sitúa desde hace décadas entre ... uno de los lugares más peligrosos del planeta. Han pasado tres años desde que el entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pusiera en marcha « Rio Top Tour », un proyecto para que sean los jóvenes de las favelas los que guíen a los turistas por las empinadas calles de estos suburbios en transformación. A día de hoy son casi 30 las favelas «pacificadas» , las principales en términos de peligrosidad, explica Mônica Rodrigues, promotora de este proyecto de turismo en las favelas.
La presencia de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) a la entrada indica que aquí ya no mandan los señores del narcotr áfico, la gran mayoría «emigrados forzosos» a favelas de la periferia o zonas del interior, lo cual ha suscitado duras críticas por cuanto esta transformación no ha significado un verdadero golpe al narcotráfico, sino más bien una operación de maquillaje al trasladarse la actividad a otro lugar.
Estamos al pie de la favela de Santa Marta , que se encarama en la ladera por encima del barrio de Botafogo, en el sur de Río, justo debajo de la estatua del Cristo Redentor, y que fue la primera donde se puso en marcha este programa. «El Gobierno pidió un proyecto de turismo para la favela, y yo en lugar de hacer un concurso decidí plantear un sistema colectivo, y aquí estamos», dice satisfecha Mônica Rodrigues. Eso fue hace tres años, tiempo en el que han visitado estas empinadas callejuelas unas 60.000 personas, más o menos 2.000 personas cada mes se interesan por ver cómo transcurre ahora la vida en lo que fue bastión del narcotráfico. «Río desde un nuevo punto de vista» , reza el eslogan. Y vaya si lo es. Pero lo importante aquí es que este programa ayuda a los habitantes de la favela a ver más allá. Los siete guías que forman parte del proyecto son vecinos de Santa Marta, jóvenes a los que el Gobierno financia cursos de idiomas y clases en la escuela de turismo; además, hay cinco comercios en la favela y otros tantos artesanos que se benefician de que los turistas decidan pasar unas horas aquí.
Se trata de «revitalizar» la favela desde dentro, con iniciativas de los propios moradores, «que el pescador aprenda a pescar, que sepan que tienen capacidad para crear un negocio», dice Rodrigues. Tienen la competencia de las agencias de turismo, que desde hace unos años también incluyen a las favelas en su oferta como parte del paisaje de Río, que lo son, al igual que el Corcovado y el Pan de Azúcar, pero sin duda no es lo mismo recorrerlas con un guía que «escoltados» por sus propios moradores, como Salete Martins o Veronica Moura, quienes cuentan en primera persona cómo se vive en la favela, qué de cierto y de falso hay en lo que se cuenta de ellas , cómo vivieron el día en que la Policía Pacificadora entró en sus dominios... y que se callan otras tantas historias que seguramente es mejor olvidar.
Estos barrios no sólo han abierto sus puertas a los turistas, desde su pacificación en 2008 la favela de Santa Marta intenta coger el ritmo del resto de la ciudad. Así, por ejemplo, los servicios de agua y luz ya están legalizados, hay iniciativas de reciclaje de residuos, un funicular conecta la parte baja y alta de la favela , evitando los 788 escalones... Sin embargo, las amenazas también llaman a la puerta y estos barrios «colgados» de los cerros con mejores vistas de la ciudad son el nuevo objeto de deseo.
Cada vez hay más voces críticas que ven la pacificación como una operación de especulación inmobiliaria a gran escala. «No a la demolición en el morro Santa Marta, SOS», rezan las pancartas en lo alto de esta favela. Vitor, uno de los guías residentes, nos cuenta que lo que está pasando es que una vez pacificadas, y con servicios de agua y luz, está subiendo el nivel de vida en la favela, muchos moradores no pueden hacerle frente y venden, por lo que está cambiando el perfil de los habitantes.
En este sentido, el programa «Morar Carioca» , que pretende convertir todas las favelas de Río en barrios para el año 2020, está convirtiéndose en un arma de doble filo, porque la construcción de nuevas viviendas, dignas y con garantías, y la instalación de servicios públicos puede traer consigo el fantasma de la especulación.
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