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EDITORIAL

Listas negras y nazismo en Cataluña

Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural apelan a los ciudadanos catalanes a hacer listas negras con los vecinos que se nieguen a votar

Varias estudiantes enganchan carteles en la pared de la Universidad de Barcelona EFE

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Conforme se acerca el 1-O, la tensión en Cataluña se hace más irrespirable. Las provocaciones de los sediciosos van en aumento porque su objetivo es que el conflicto se encone en las calles hasta el límite. Ni les importa la legalidad ni les importa ... la seguridad pública. Solo les importa su delirante carrera hacia el abismo. Mientras tanto, emergen críticas contradictorias al Gobierno: unas por falta de contundencia y detenciones de los responsables de una rebelión en toda regla; y otras voces, precisamente por lo contrario, denuncian una represión innecesaria. No es fácil el papel del Gobierno, y sin embargo es tal la gravedad del desafío que lo único relevante es impedir a toda costa la celebración del referéndum con el menor coste posible en términos de seguridad pública. Desde esta perspectiva, el separatismo está ofreciendo suficientes indicios de que el uso de la fuerza con la ley en la mano será indispensable para evitar seguros conatos de sedición. A eso están empujando la irresponsabilidad de la Generalitat y la virulencia de la CUP. No conviene llevarse a engaño. El Estado tendrá que impedir sin miramientos el golpe diseñado por la Generalitat.

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