La pureza de UPyD y Ciudadanos

Resulta que dos pequeños y jóvenes partidos con ideas y objetivos muy semejantes no son capaces de hacer las cosas juntos. Y es más que probable que el Consejo Político de UPyD de este sábado ratifique lo dicho por Rosa Díez y otros líderes a la propuesta de Sosa Wagner sobre la unión con Ciudadanos. Que no. Y he ahí el problema, la ausencia de razón ideológica alguna para esa negativa. O que la negativa se fundamenta en una mera cuestión de poder. En el rechazo a compartir poder, primera consecuencia de esa alianza, por parte de la cúpula de UPyD. En una eventual unión entre UPyD y Ciudadanos, habría choque de ambiciones entre dos líderes, Díez y Rivera, con objetivos personales tan grandes como sus propias cualidades políticas, que son muchas. ¿Quién presidiría ese nuevo partido? ¿Y quién integraría la nueva Ejecutiva? ¿Quién decidiría y ocuparía el primer plano mediático? He ahí las cuestiones más complicadas de resolver, el auténtico núcleo de este debate.

Porque, ideológicamente, UPyD y Ciudadanos surgen de la misma reacción a la debilidad del patriotismo en la izquierda y defienden lo mismo, la unidad de España y las virtudes del patriotismo desde un centrismo ideológico más cercano al PSOE que al PP. Y que, sin embargo, podrían aliarse mejor con el PP que con el PSOE en un eventual Gobierno de la nación, precisamente por la centralidad del proyecto nacional frente a los nacionalismos. Realmente, su principal diferencia es la geográfica, la ubicación de Ciudadanos en Cataluña y de UPyD en el resto de España. Pero aún tan significativo como lo anterior en la política española es que ambos partidos han complementado su patriotismo español con un mensaje de regeneración democrática que, sostienen, ellos representan mucho mejor que el PSOE o el PP. Porque serían menos corruptos, más éticos, más altruistas y tendrían un funcionamiento interno más democrático. A lo que incluso añaden algunos ingredientes populistas, especialmente Ciudadanos, sobre su cercanía al ciudadano de a pie, su sencillez y lo rápidamente que resolverían todos los problemas económicos de los españoles con un recorte aquí y un impuesto allá.

Si todo lo anterior sobre la regeneración fuera cierto, UPyD y Ciudadanos no deberían tener problema alguno para unirse. Es más, deberían hacerlo inmediatamente para poder defender así de una manera mejor los intereses y objetivos de sus votantes. Pero a los partidos pequeños les pasa lo mismo que a los grandes. Necesitan organización jerárquica y liderazgo para funcionar y ser eficaces, pero ese liderazgo se convierte también en un objetivo en sí mismo para los miembros del partido y en un obstáculo para objetivos de unidad con otros partidos. El Consejo de UPyD del sábado dirá que no a la unidad pero no podrá aportar ningún argumento ideológico de peso lo que contribuirá, a su vez, a lo que ya está ocurriendo. A la erosión de la imagen de pureza de UPyD y también de Ciudadanos. A la verdad, en otras palabras.