Salmond, ganador del segundo y último debate sobre la independencia de Escocia
El 71% de los cuestionados han dado al candidato independentista la victoria en el encuentro televisado
ana mellado
El líder del independentismo escocés, Alex Salmond, se enfrentaba anoche a 90 minutos decisivos tanto para su carrera política como para la materialización de su sueño secesionista. No defraudó. Hábilmente supo cómo aprovechar ese tiempo para resarcir la sonada derrota que cosechó en el primer ... debate contra la cara visible de los unionistas, Alistair Darling, el pasado 5 de agosto.
Salmond se impuso con fuerza al visiblemente nervioso Darling, ministro laborista del Tesoro en tiempos de Gordon Brown. La sala principal del Museo Kelvingrove de Glasgow asistió a un auténtico combate con un moderador que dejó bastante que desear. El 71% dio como ganador al nacionalista y sólo el 29% se decantó por Darling, según The Guardian, en un momento clave. Hoy martes comienzan a votar las 700.000 personas que han solicitado mandar su papeleta por correo. Se trata del 16% del electorado.
Salmond supo emplear a la perfección esa fórmula de convertir las debilidades en fortalezas. Una vez más, la moneda que circularía por los bolsillos de unos escoceses independientes volvió a acaparar buena parte del debate televisado, esta vez, por la BBC, y accesible a todo Reino Unido.
A diferencia del pasado cara a cara, en el que Darling se regodeó cómodamente en el asunto de la moneda, esta vez aceptó por primera vez que una Escocia independiente podría compartir la libra con Reino Unido. Eso sí, añadiéndole cierto sarcasmo al decir que también podría compartir el rublo o el yen o el euro.
Salmond aceptó que a lo mejor tiene que recurrir a otras opciones distintas de las que se han barajado hasta ahora (un pacto con la libra, su propia moneda o que se adopte la esterlina como solución temporal) y tantas críticas le han reportado.
La obsesión de Darling por llevar el debate al terreno de la moneda o al de las reservas petrolíferas comienza a saturar al público, pero a la vez son sus grandes bazas y no puede prescindir de ellos.
Ian Word, una de las figuras más influyentes en la industria, acusó la semana pasada al equipo político de Salmond de exagerar las reservas de crudo del Mar del Norte hasta en un 60 por ciento. Sugirió que la Administración también había sobreestimado los ingresos del oro negro para los próximos cinco años hasta en dos mil millones de libras por año, es decir, 370 libras por persona, lo que plantea serias preguntas acerca de los planes de gasto público que Salmond quiere implantar después de una hipotética secesión.
Darling trajo a colación las estimaciones de Wood sugiriendo que una Escocia independiente se enfrenta a un aumento del 10 por ciento de la tasa básica del impuesto sobre la renta o a unos recortes del 5 por ciento en el gasto público.
El «no»
Salmond en cambio trató de transmitir a los escoceses que un «no» dentro de tres semanas equivaldría a que Escocia sería gobernada de nuevo por un Partido Conservador al que no habrán votado en Escocia, dejando en manos de Londres decisiones clave como el futuro del sistema público de salud escocés.
El líder del SNP advirtió que se debía votar a favor de la independencia para proteger al Sistema Nacional de Salud (NHS) de la privatización que, a su parecer, tiene lugar al sur de la frontera.
En el contragolpe, Darling recordó que, desde 1998, es el Gobierno autonómico quien tiene las competencias de Sanidad y Educación, entre otras; por lo tanto, lo que se había aprobado únicamente para Inglaterra no afectaba en ningún caso a los centros sanitarios de Escocia.
De momento, la gran actuación de Salmond, que una vez más volvió a derrochar arrogancia por doquier, no parece haber modificado la intención de voto de los escoceses.
Según John Curtice, profesor de política en la Universidad de Strathclyde (Glasgow) los votantes no cambiaron de idea después de la victoria de Darling en el primer debate y tampoco modificará algo este último.
«Aunque la victoria de Salmond parece decisiva no está claro que se hayan movido los porcentajes de intención de voto. Los defensores del «sí» se sentirán decepcionados ya que necesitan dar la vuelta a esas cifras para ganar».
Salmond, ganador del segundo y último debate sobre la independencia de Escocia
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