Blas Romero «El Platanito»: «Me llamaban «El Cordobés de los pobres»; la gente no me admitía en serio»
Fue un auténtico «boom» en los sesenta, cuando su toreo bufo caló en los públicos. Ganó dinero, pero los malos consejos le arrastraron hasta la ruina. Hoy vende lotería por las calles, y ve un rayo de esperanza en el festival que este viernes se celebrará en Vistalegre, el coso que le lanzó a la fama
-Por fin, el festival, Blas.
-Sí, después de varios años y, por una causa u otra, siempre se deshacía el intento, se echaban para atrás. Ahora ha cogido las riendas Rafael Corbelle, y ahí está.
-¿Puede repetir el cartel?
-Ortega Cano, Juan Mora, David Luguillano, Eugenio de Mora, Antonio Ferrera, Encabo y Pedro Gutiérrez Lorenzo, el hijo del Niño de la Capea.
-¿Qué recuerdos le trae la plaza de toros de Vista Alegre, hoy Palacio de Vistalegre?
-Fue la que me lo dio todo. -¿Se acuerda, casi treinta años después y después de las vueltas que ha dado su vida, de sus comienzos?
-Fue en 1964, en aquella Oportunidad que fraguaron Domingo Dominguín y los Lozano.
-Usted estuvo bastantes años de novillero...
-Hasta 1970. Tomé la alternativa con Joaquín Bernadó y Antonio García «Currito».
-¿Qué éxito se le viene a la memoria?
-Uno en San Sebastián de los Reyes, en 1969, aparte, naturalmente, de los que coseché en ese coso de Vista Alegre al que regreso el viernes para el homenaje.
-¿Se puede decir que por breve tiempo fue una especie de rey de los toreros tremendistas...?
-Me llamaron «El Cordobés de los pobres», figúrese.
-Fama de torero bufo, de cómico, pero también sabía torear por lo clásico.
-Pero tenía un sello y el público no me aguantaba así: por lo tanto, tenía que ir «a lo mío».Tenía repertorio, gancho, llamaba mucho la atención. Llevaba gente a la plaza. Puse el «no hay billetes» en Barcelona ante el asombro de Balañá.
-Su paso por el escalafón de los matadores de toros fue muy breve.
-No me salían contratos suficientes. Además, algunos compañeros no quisieron torear conmigo.
-Repito que precipitó el colgar los trastos en serio. Usted tenía su público...
-Quizá debí esperar mi momento, pero no acababa de llegar. Además, tenía que sacar a los chicos adelante.
-Y se montó el espectáculo cómico-taurino bautizado «El Platanito y su «troupe»».
-Sí, era 1972 y mantuve el espectáculo hasta 1975. Ahí por ejemplo, en la parte seria, empezó Ortega Cano.
-Teniendo en cuenta que aún hoy en día se dan espectáculos de ese corte, ¿por qué se vino abajo todo aquello?
-Desapareció la persona que tenía a cargo el asunto, y con él se llevó también el ánimo.
-Al deshacerse su «modus vivendi», ¿a qué actividad se dedicó?
-Primero toreaba festivales en los pueblos hasta que el apoderado de Yiyo me colocó en el Bingo de la peña «El 7»?
-Y ahora, ¿qué hace?
-Vendo lotería por las calles.
-¿Qué compañeros recuerda de la Oportunidad que le lanzó a mediados de los años sesenta?
-A Palomo Linares, que tenía mucha casta y, posteriormente, al Niño de la Capea, ya que estuve presente en varias ediciones.
-¿A qué otros mencionaría de su época novilleril?
-A Julio Robles, con el que toreé treinta veces, a Galloso, a El Puno...
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