¿Hay algo más «vintage» que el «vintage»?

El diseñador Arnaud Maillard, experto en «vintage», nos explica su verdadero atractivo: «los bolsos de Hermès destrozados cuestan entre 500 y 1200€». Teniendo en cuenta que nuevos cuestan desde 4.500€, la rebaja es considerable. «El público que compra estos bolsos es gente que no tiene presupuesto para comprar uno nuevo».

Sobre el discurso de si es tendencia o no, hay un pequeño matiz. «También hay personas que tienen uno en buen estado, y quieren otro de trote». Conclusión: las que tengan un Kelly de cocodrilo -o varios- como las Olsen, 28 años, pueden permitirse el llevar otro destruido. La misma Jane Birkin, 67 años, es conocida por destrozar sus Birkins (sí, el nombre lo pusieron por ella). Algunos suyos se han vendido en subastas, por un precio inferior al de compra.

Y es que en las subastas de segunda mano hay verdaderos chollos. Lo que más éxito tienen son los bolsos y los maletines de hombre de Gucci y Dior de los años 60. Teniendo en cuenta que Inglaterra es el país que se dice que más bienes de segunda mano consume, ¿podemos asumir que el maletín de Farage es de marca y de segunda mano?

Existe una estética peculiar entre los habitantes pijos de la campiña inglesa: la del lujo «usado» tirando a «desgastado». El lucir jerséis de cachemir de Loro Piana agujereados, zapatos de John Lobb con el cuero descolorido, o chaquetas de Hermès con coderas. El caso es aparentar que no quieres aparentar, mientras aparentas. Un concepto tan retorcido como la psique inglesa y que ellos denominan «understated» (discreto). Nosotros, mientras, nos preguntamos si Farage tendrá el mismo maletín en versión de piel de cocodrilo o no.