Adolfo Suárez, entre los más llorados
La multitudinaria despedida al primer presidente de la democracia trae a la memoria el adiós a otros españoles queridos
m.a.
Había llegado hasta el féretro de Adolfo Suárez para presentarle sus respetos, pero no contenta con despedirse una vez del expresidente del Gobierno, la señora se había vuelto a poner en la cola de la capilla ardiente en el Congreso de los Diputados. «No sé ... si habrá otro presidente que lo merezca», explicó la señora a un joven que, como unos 35.000 ciudadanos, visitó el Salón de Pasos Perdidos para brindar su respetuoso adiós a Suárez y acompañar a la familia en estos momentos de duelo.
La fría mañana del día siguiente no arredró a los miles de madrileños que salieron a la calle para arropar al cortejo fúnebre en su recorrido por el centro de Madrid, ampliado hasta la Plaza de Cibeles para dar cabida a la multitud. Tampoco a los vecinos de Ávila que se volcaron para ofrecer su última muestra de respeto y afecto al artífice de la Transición que ya yace en la catedral de Ávila bajo el epitafio «La concordia fue posible» .
Era un momento para la historia en el que los españoles supieron demostrar su admiración y cariño, como en tantas otras tristes ocasiones. También Leopoldo Calvo Sotelo recibió honores de estado tras su muerte en mayo de 2008. En el Salón de Pasos Perdidos se velaron los restos mortales del expresidente del Gobierno antes de salir a hombros por la puerta de los Leones y recorrer la Carrera de San Jerónimo hasta la Plaza de Neptuno entre el respeto y recogimiento de cientos de ciudadanos. Un respeto que volvió a quedar patente en la localidad gallega de Ribadeo donde recibió sepultura.
Antes de Calvo Sotelo, solo otra figura clave de la Transición, Gabriel Cisneros, había sido velado en el Congreso, aunque la capilla ardiente del padre de la Constitución fallecido en julio de 2007 se instaló en esta ocasión en el vestíbulo de Isabel II. No ocurrió así tras los fallecimientos de Manuel Fraga, Gregorio Peces-Barba y Jordi Solé Tura, o del expresidente de la Cámara Baja Félix Pons por deseo de sus familiares, que optaron por una ceremonia privada.
Cariño por la Familia Real
El cariño de los españoles llenó los aledaños del Palacio Real donde se abrió al público la capilla ardiente por Doña María de las Mercedes de Borbón en enero de 2000. Desde el más madrugador, un informático que se presentó a las cuatro de la madrugada ante la puerta, miles de personas rindieron homenaje a la madre del Rey a un ritmo aproximado de unas mil personas por hora durante todo el día. La cadena humana que esperó para dar su último adiós a la Condesa de Barcelona llegó a alcanzar la plaza de Ramales y la gran afluencia de gente obligó a retrasar varias veces el cierre de la capilla ardiente.
Al día siguiente, millones de españoles volvían a acompañar en su dolor a la Familia Real en las honras fúnebres tanto en Madrid como en El Escorial, donde la Condesa de Barcelona fue enterrada con honores de Reina junto a Don Juan. Doña María de las Mercedes recibía así el mismo homenaje que seis años antes España tributó al Conde de Barcelona. Miles de personas presenciaron en respetuoso silencio el paso de la comitiva fúnebre desde el aeropuerto de Barajas, adonde llegó procedente de Pamplona, hasta el Palacio Real y desfilaron a lo largo del día y la noche por la capilla ardiente tras esperar durante horas. Días después, millares de españoles volvían a congregarse de forma espontánea en torno al Monasterio de El Escorial durante el solemne funeral de Estado en memoria de Don Juan para rendirle de nuevo homenaje.
Personajes ilustres y muertes trágicas
En el recuerdo de los madrileños figura la emocionada despedida en las calles al alcalde Enrique Tierno Galván en 1986, con algunos vestidos de castizos y chulapas, o las interminables colas que rodearon la plaza de Colón y se prolongaban por las calles adyacentes en la muerte de Lola Flores. Miles de personas desfilaron durante el día y la noche para despedirse de la Faraona en la capilla ardiente instalada en el Centro Cultural de la Villa en mayo de 1995. Once años después la escena se repitió en el multitudinario adiós a Rocío Jurado . Más de 20.000 personas acudieron a la capilla ardiente de la cantante con claveles rojos y amarillos.
España entera ha llorado en la etapa democrática por los fallecimientos de personas ilustres del mundo de la cultura, la política o la ciencia, aunque las muertes más trágicas fueron las más ampliamente sentidas en las calles, como las de víctimas del terrorismo y en especial la del joven Miguel Ángel Blanco en 1997. Decenas de miles acompañaron a la familia del edil popular en Ermua, mientras más de un millón de personas abarrotaba Madrid en un clamor histórico contra ETA.
Las súbitas muertes de los futbolistas Antonio Puerta o Dani Jarque o la del jugador de baloncesto Fernando Martín en accidente de tráfico también tiñeron de luto a España, como la cogida que costó la vida a José Cubero «Yiyo» en 1985 o la inolvidable pérdida de Paquirri .
Adolfo Suárez, entre los más llorados
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete