Los 30 pactos fallidos de Rubalcaba

Rubalcaba suplió su programa y su alternativa política (aplastados por el peso de la herencia de la etapa en el Gobierno de Zapatero) por propuestas de pacto, lo que le aseguraba un hueco y cierto protagonismo en el debate político. El último intento ha sido un pacto de Estado contra la crisis, lo que ha acompañado de una propuesta que llevaría a España al rescate que esquivó en 2012, según fuentes del Gobierno. Mariano Rajoy ha replicado con una oferta de acuerdos concretos sobre pensiones, reforma de la Administración, corrupción y unidad de mercado, que el jefe de la oposición no ha podido rechazar.

La dinámica «pactista» de Rubalcaba empezó ya en su programa electoral, donde el PSOE trataba de sacar cabeza tras dejar España con más de cinco millones de parados y al borde de la intervención de Bruselas. En aquel programa se comprometía a 20 acuerdos. Entre ellos había siete grandes pactos sobre control del gasto, empleo, rentas, uso del tiempo, estructuras políticas de las administraciones, ley electoral y renovación de órganos constitucionales. También había tres acuerdos sociales, otros tres con las Comunidades, tres más sobre Europa y política internacional y cuatro ofertas de consenso, sobre terrorismo, cooperación al desarrollo, política de agua y financiación local.

En el debate de investidura, con el PSOE en plena crisis por el varapalo recibido en las urnas, Rubalcaba basó su discurso en los acuerdos: ofreció once, e incorporó asuntos nuevos para el consenso como la justicia, la viabilidad del bienestar, la selección del profesorado, la agricultura, la política exterior y la política de defensa.

Según se acercaba el Congreso federal del PSOE, en febrero de 2012, Rubalcaba intensificó su discurso del pacto y sumaba cuatro asuntos a los ya ofertados con anterioridad: combinar austeridad y crecimiento, la reforma financiera, la eficacia del modelo autonómico y el respeto a las instituciones del Estado. Este espíritu pactista le granjeó críticas internas en el PSOE, donde se pedía una mayor dureza en la oposición. En su primera intervención como secretario general del PSOE, afirmó que daba por cerrada la etapa de posibilidad de acuerdos con el Gobierno del PP ante su rechazo a las ofertas que hacía.

De hecho, una de sus primeras decisiones fue romper el pacto de Estado de Estabilidad Presupuestaria que habían sellado Zapatero y Rajoy en el verano de 2011, que permitió reformar la Constitución en pocas semanas. Cuando llegó la hora de hacer la ley, Rubalcaba se desmarcó y votó en contra, en abril de 2012. Aquel rechazo no fue un hecho aislado. La oposición del PSOE ha sido un «no» continuo desde entonces a las reformas presentadas por el Gobierno, incluso la del sector financiero, donde siempre hubo acuerdo. También se opuso, más recientemente, a la ley antidesahucios por no incluir la dación en pago, una medida sobre la que había votado en contra una decena de veces en la legislatura anterior.

Rubalcaba ha recuperado ahora su voluntad de pacto sobre ocho asuntos: el modelo de Estado (pero ha fijado una postura extrema de reforma constitucional para llegar a un sistema federal); un pacto contra la corrupción (planteado en enero, y «olvidado» poco después); un pacto por el empleo (propuesto en enero, pero que daba por finiquitado una semana después al exigir la dimisión de Rajoy); uno sobre desahucios (tras cambiar de posición); otro sobre rentas; un pacto de Estado de la Energía, propuesto en el Debate sobre el estado de la Nación; otro sobre ciencia y tecnología, que planteó en marzo y del que no ha vuelto a hablar, y uno más sobre pobreza, con un fondo de 1.000 millones de euros.