Suiza investiga a Villar por cuatro votos clave para Qatar 2022

El caso que podría poner a Sepp Blatter contra las cuerdas discurre en paralelo al que provocó la semana pasada la detención de siete directivos de la FIFA en Zurich, y en el que son sospechosos otros tres más. Los arrestos los llevó a cabo la policía suiza a instancias del FBI y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que investigan el pago de sobornos a altos cargos de la FIFA por valor de 150 millones de dólares durante más de dos décadas, amén de su posterior blanqueo.

Antes de que saltase este nuevo escándalo, existía ya una enorme polvareda entorno a la concesión en diciembre de 2010 de los campeonatos del mundo a Rusia y Qatar. El caso del emirato rozaba lo absurdo e inexplicable, pues las temperaturas estivales allí llegan a los 50 grados en verano y el país carece de tradición futbolística. Las sombras de aquellas adjudicaciones, denunciadas reiteradamente por la prensa inglesa, país que competía con Rusia, eran tantas que la FIFA aceptó en su día que su Comité de Ética llevase a cabo una investigación, a cargo del ex fiscal estadounidense Michael García.

Al final, la FIFA de Blatter mutiló el año pasado el informe final de García, dejando sus 400 páginas en 40, y lo desdeñó. Sin embargo la fiscalía suiza tomó nota de lo que allí se decía y ha abierto la investigación en la que serán interrogados Blatter, Platini y Ángel María Villar, de 65 años, que preside la Federación Española de Fútbol desde el lejano 1988 y es uno de los vicepresidentes de Blatter. Según «The Sunday Times», Villar «es una figura clave en los pactos que dieron cuatro votos a Qatar».

Los interrogatorios no son anecdóticos. Conllevan riesgo de prisión para los directivos que puedan resultar incriminados. Los delitos que investiga la fiscalía suiza son mala administración y lavado de dinero y están penados con siete años y medio de cárcel. Entre quienes serán interrogados figura Vitaly Mutko, ministro de Deportes ruso, y directivos de la FIFA de Camerún, Bélgica, Turquía, Egipto, Tailandia y Grecia, además del referido Villar y del francés Platini, presidente de la UEFA. Se da la circunstancia de que Platini le pidió la semana pasada a Blatter que dimitiese tras la redada de Zurich, pero las sombras de corrupción también se posan sobre él.

Por otra parte, el presidente del comité organizador de Sudáfrica 2010, Danny Jordaan, ha reconocido que en 2008 pagaron diez millones de dólares a la Confederación de Fútbol de América del Norte, Central y Caribe (Concacaf). El FBI considera que ese pago fue un soborno para garantizar el triunfo de Sudáfrica, que en 2004 derrotó a la candidatura de Marruecos por cuatro votos. Pero Jordaan alega que no tiene sentido que se hable de soborno cuando el pago tuvo lugar cuatro años después de la votación, lo cual es una coartada relativa, porque pudo ser un soborno abonado en diferido para no levantar sospechas. Los sudafricanos alegan que dieron el dinero a la Concafac para ayudarla a fomentar el fútbol en la región. Sin embargo se da la circunstancia que es la única confederación de todo el planeta por la que se preocuparon. Frente a eso alegan que en la zona viven «muchos descendientes de africanos».

El presidente de la Concafac era Jack Warner, ex vicepresidente también de la FIFA, y representante de un país con nulo peso futbolístico, Trinidad y Tobago. Warner y sus hijos llevan vidas de híper lujo, con una imponente mansión en Georgia incluida. La fiscalía estadounidense ha pedido su extradición y Warner se encuentra bajo arresto en un hospital de su país, a la espera de una decisión.

En Inglaterra, el Príncipe Guillermo, presidente de la Federación Inglesa de Fútbol (FA) aprovechó la final de Copa del Sábado en Wembley (donde el Arsenal goleó al Aston Villa por 4-0) para pedir limpieza y «fair play» a la FIFA. En un inesperado gesto de implicación en la polémica, el Duque de Cambridge pidió a sus patrocinadores que presiones para que la organización se reforme y apoyó el anuncio del representante inglés en la directiva de la FIFA de darse de baja en protesta por la reelección de Blatter.

El Príncipe había sido uno de los embajadores que promocionaron la fallida candidatura de Inglaterra en 2010, que tanto ha escocido al país y que explica la presión con que marca a Blatter. Guillermo comparó la podredumbre de la FIFA con la del COI en 1998, cuando se destapó la compra de la adjudicación de los Juegos de Invierno de Salt Lake City. A raíz de aquel caso el COI inició un proceso de regeneración ética, todavía pendiente en el fútbol.