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baloncesto

Alfonso Reyes: «Vamos hacia la extinción del jugador español en la ACB»

El Caja Laboral jugó un partido de liga hace unos días sin ningún jugador nacido en España en sus filas. Un fenómeno que amenaza con repetirse

Alfonso Reyes: «Vamos hacia la extinción del jugador español en la ACB» isabel permuy

emilio vicente escudero

Hace apenas siete años que Alfonso Reyes (Córdoba, 1971) abandonó la práctica del baloncesto de manera profesional. Menos de una década en la que la situación de los jugadores en la ACB ha cambiado mucho, hasta el punto de que muchos de ellos han tenido dificultades serias para cobrar sus nóminas en un pasado reciente. Ese es uno de los problemas que centran ahora su atención y que vigila de manera celosa desde su puesto en la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP), que preside desde hace unos meses.

La otra es el paulatino descenso del número de jugadores nacidos en España que actúan en la ACB. Un hecho que alcanzó su culmen en la jornada cinco de la Liga Endesa , en la que el Caja Laboral disputó su encuentro sin ningún nacional en sus filas por la baja de San Emeterio, el único que milita actualmente en el club vasco. «No puede ser que solo haya un tercio de nacionales en los equipos ACB. Vamos hacia la extinción del jugador español y si queremos que la liga crezca esto tiene que cambiar. Tenemos que volver al modelo tradicional, con un núcleo fuerte de españoles en el vestuario, jugadores identificados con el club, y un retoque importante con extranjeros. Es lo que siempre ha funcionado y que, por ejemplo, equipos como el Real Madrid han hecho en los últimos tiempos con éxito», reconoce a ABC el dirigente, cuya opinión en este sentido está muy clara.

La explica con números en la mano. De los 205 baloncestistas que actualmente juegan en la liga española, solo un 36,5 por ciento han nacido en nuestro país. «No es cuestión de defender al jugador español porque sí, es cuestión de sentido común. No es un problema económico o de calidad, pero sí que es algo que debe cambiar para que el interés de la liga no decaiga», señala Reyes. La actual normativa obliga a que cada club tenga al menos cuatro «jugadores de formación» -nacidos o que se hayan formado en España-, pero esa obligación se ha reducido a la mínima expresión. La norma obligaría a tener como mínimo 72 jugadores «españoles» y la realidad apenas eleva esa cifra hasta los 83, menos de la mitad. El resto, son extranjeros con pasaporte comunitario o «Cotonou», la última moda para jugar en España sin ocupar plaza de extracomunitario.

«Conseguir un pasaporte Cotonou -acuerdo entre la UE y 78 estados de África, del Caribe y Pacífico que permite a los trabajadores de esos países tener las mismas condiciones que los comunitarios- es muy fácil. No entro ya a valorar si es o no legal, pero moralmente me parece deleznable», afirma en referencia al fenómeno que convierte a jugadores como Iverson, del Caja Laboral, o KC Rivers, del Real Madrid, en «nacionales» por el pasaporte expedido por Guinea-Bisáu.

Alfonso señala a los clubes como principales responsables de esta situación, y al mismo tiempo piensa que deben ser ellos los que la reviertan. «No es una cuestión de la ABP, sino de los equipos. Deben ser ellos los que se den cuenta del problema y miren por su futuro. Si esto sigue así, la liga será peor. Es como si se quisieran tirar piedras contra su propio tejado», advierte el presidente de los jugadores.

Proteccionismo en Europa

Esta apertura casi sin límites al jugador extranjero no ocurre igual en el resto de Europa. «Hay jugadores de fuera con los que hablo y me dicen que alucinan con lo que pasa en España. En el resto de países, se cuida más al nacional. En Alemania, por ejemplo, hay un acuerdo tácito para que haya al menos seis germanos en cada equipo y allí el baloncesto está creciendo mucho. Y en el resto de ligas europeas pasa algo similar. Por eso, el jugador español está discriminado y lo tiene más difícil: en España apenas tiene sitio y fuera no hay tantos huecos en los equipos por culpa de ese proteccionismo», denuncia, en un discurso sosegado y racional que pone de relieve un problema que amenaza la pervivencia de la ACB y, de paso, el nivel de la selección española, que a largo plazo podría verse también perjudicada.

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