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David Mora: «Sentí que el borbotón de sangre me estaba matando»

El herido de mayor gravedad en San Isidro cuenta a ABC el momento de la cogida

David Mora: «Sentí que el borbotón de sangre me estaba matando» ángel navarrete

jorge s. casillas

Hace solo cuatro días que David Mora (Madrid, 1981) sufrió la cogida más dramática en una tarde aciaga en Las Ventas. Hoy calcula, aunque sin ponerse plazos, que volverá a los ruedos en poco más de un mes. Avisa: recibirá al toro a portagayola en cuanto se lo pida el cuerpo.

–¿Cómo se encuentra?

–Después del susto, y una vez que ha pasado la incertidumbre de lo que podría haber sido ese momento tan fatídico, estoy más tranquilo.

–¿Ha visto ya las imágenes?

–Las he visto en la televisión, cuando te das cuenta no de lo ocurrido sino de la técnica. Del porqué ocurrió.

–¿En qué momento del saludo ve que la cosa no va bien?

–El toro no tenía inercia, no llevaba galope, y en esa suerte el toro tiene que salir con una inercia para que se desplace. El toro lo que hace es frenarse, y cuando veo que se frena lo que hago es tocarle con el toque para que él inicie ese galope necesario.

–¿Cuando decidió recibir al toro a portagayola?

–Hay tardes que son muy claves para triunfar y hay momentos en los que intentas dignificar tu profesión y de darlo todo. Lo decidí sobre la arena, en el mismo momento.

–¿Cómo fue la embestida? Teniendo en cuenta que es cuando más fuerte está el animal.

–Recuerdo cuando estaba haciendo la suerte, el impacto; luego me vi en el suelo y recuerdo cuando me cogieron mis compañeros. Ahí vi que el borbotón de sangre me estaba matando. Fui para la enfermería y, cuando estaba de camino, sentí el fallecer... Tuve una especie de muerte dulce de la que al final, gracias a Dios, como me controlaron la hemorragia, no hubo ese momento trágico.

–El doctor García-Padrós dijo que perdió unos dos litros de sangre.

–Cuando llegué a la enfermería me encontraba casi sin fuerzas. Pero algo me dijo que no me dejara llevar, que no me quedara dormido.

–Entró en la enfermería con la tensión bajísima, ¿llegó a pensar que igual se quedaba?

–Lo llegué a pensar varias veces. Lo pensé porque hubo un momento en el que perdí la orientación, aunque luego la recuperé en la enfermería. Tuve momentos de lagunas, momentos de incertidumbre.

–Hay quien opina que si esto le pasa en otra plaza... Igual estábamos hablando de otra cosa.

–A veces no sabes por qué la vida te depara ciertas cosas. Doy gracias al doctor don Máximo García-Padrós, porque si llega a haber sido en otra plaza, sin quitar importancia a otros profesionales, no me hubiera podido salvar.

–Después de conseguir una oreja en Sevilla, ¿le frustra este parón?

–El toreo es una forma de vida. Es una profesión que te va marcando en cada momento, en cada trance. Y, sea bueno o malo, lo tienes que asumir. Son trances que te ayudan a crecer no solo profesionalmente, sino también en lo personal.

–¿Cuántas ganas tiene de volver?

–Pues muchas. Tengo ganas de hacer disfrutar a los aficionados y, personalmente, de verme capaz de vencer esas circunstancias que te hacen ser muy responsable en tu profesión y hacerlo lo mejor posible.

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