Girauta: «Mas pasará a la Historia por haberse cargado a Convergencia»

– ¿Habrá consulta?

–El término es engañoso. El Gobierno español podría haber convocado un referéndum con una intensa campaña contra la secesión, como hizo el Gobierno británico. Mi voto negativo se refiere no tanto a la consulta, que no la habrá, sino a la interpretación plebiscitaria de unas elecciones autonómicas.

– Si hubiera consulta sería posterior a la previsible derrota de los independentistas escoceses...

–Repito que la consulta catalana no se va a producir. Como el plan B de Mas son las elecciones plebiscitarias es imprescindible una campaña clara, tanto por el «sí» como por el «no». Votaré no para evitar el choque institucional, la desinversión masiva y la quiebra social.

– El «no» tiene un eco mediático reducido en una sociedad controlada por el nacionalismo...

–Por eso no es posible una consulta en condiciones. Ni las instituciones, ni los medios de comunicación catalanes son neutrales. Mi libro es uno de los pocos contra la secesión frente a los setenta a favor publicados en los últimos meses. Mi intención es polemizar de forma respetuosa. Lo hago de buena fe y me acusan de meter miedo: ¡A mí sí que me da miedo el proyecto secesionista!

– El lema del 11 de septiembre de 2012 era «Cataluña, nuevo estado de Europa». En Europa ya han repetido por activa y por pasiva que una Cataluña independiente queda fuera de la Unión. ¿Por qué los partidarios de la secesión no lo reconocen?

–Su discurso está repleto mentiras y confusiones deliberadas. Ahora tenemos medias verdades y desesperación. Si queda claro que una Cataluña independiente queda fuera de Europa, el independentismo pierde cualquier plebiscito.

– ¿La Assemblea Nacional Catalana (ANC) sigue marcando la hoja de ruta?

–ANC es la corriente de los sectores más exaltados del nacionalismo secesionista. Convergencia dio protagonismo a la líder, Carme Forcadell, en los medios de comunicación. Ahora, Esquerra domina la ANC: se hizo con las bases de datos con la excusa de la cadena humana. Se acerca una lucha soterrada en el movimiento secesionista.

– Mas ha hecho un buen servicio a Esquerra y un pésimo servicio a su partido...

–Pasará a la Historia por haber acabado con Convergencia, el partido de la centralidad catalanista que gobernó durante décadas con amplias mayorías. El hombre que estaba destinado a ser el puente entre Jordi Pujol y su hijo Oriol va y se carga el partido.

– Y como fondo, la conmemoración del tricentenario de 1714 con el seminario «España contra Cataluña». Toda una declaración de principios...

–Ese seminario sonrojaría a cualquier historiador riguroso, pero aquí nadie se escandaliza: el imaginario nacionalista necesita siempre un enemigo.

– ¿Esperaba que Oriol Junqueras metiera la pata en Bruselas llamando a una huelga general?

–Es un signo de que empieza a acusar la presión enorme que supone comportarse como un hombre de gobierno serio, institucional y de orden, cosa que Esquerra nunca fue. Hasta ahora Junqueras mantuvo su imagen «prudente» porque le complacían con la consulta y no se había esfumado la opción de la declaración unilateral de independencia. Como las cosas no han ido así, le ha salido el ADN histórico: el Macià de Prats de Molló, el Companys del 6 de octubre del 34, los escamots de Estat Català... La metedura de pata de Junqueras me parece positiva: será un toque de atención para esos empresarios catalanes que siguen disimulando y los que se ponen de perfil.