El auténtico «Quadern Gris» de Josep Pla
Narcís Garolera publica en Destino la versión definitiva de la obra capital del escritor ampurdanés
Aunque parezca mentira, la obra literaria catalana más importante del siglo XX ha permanecido medio siglo plagada de erratas que cambian el sentido de las frases de su autor. El « Q uadern gris»,que Josep Pla publicó en 1966 reelaborando dietarios juveniles, es un auténtico campo de batalla. Errores de transcripción mecanográfica, faltas tipográficas, intervenciones «ortodoxas» en el habla ampurdanesa, censuras del editor... Aunque en 1969, se incorporaron quinientas correcciones, la obra emperoró con las intervenciones, a menudo arbitrarias, de los correctores Bartomeu Bardagí y Jordi Pla.
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Ya en 2005, el periodista Lluís Bonada señalaba los errores que aquejaban a la obra más leída de Pla. En su edición crítica del «Quadern gris», el filólogo Narcís Garolera confirma las divergencias entre el original autógrafo y su traslación editorial: «Malas lecturas del manuscrito, soluciones ortográficas erróneas, omisión de líneas, alteraciones en la puntuación de texto, cambios en las fechas, abusivas modificaciones lingüísticas y estilísticas, supresión de adiciones textuales...».
«Gust de menta»
Además de los correctores, Josep M. Cruzet, primer editor en Selecta de la obra completa planiana, edulcoró el texto por criterios, digamos, morales. Garolera pone ejemplos: Pla evoca sus años de internado en un colegio religioso de Girona y alude a la pulsión sexual adolescente: «La pressió del membre era tan invadent», escribe en alusión al miembro viril. El puritano Cruzet lo cambia por «la pressió era tan envaïdora» (sin miembro viril). En otro pasaje, Pla evoca la «penya» del Ateneo Barcelonés: alude al «gust de merda» que flota en el ambiente, en contraste con el aire puro de la calle... El editor-censor lo reinterpreta por «gust de menta».
Con la publicación «Quadern gris» expurgada de erratas -en enero de 2013 verá la luz la versión castellana-, Garolera restituye el sentido original de esta obra capital. La lista de correcciones -hasta cinco mil- brinda auténticas perlas. Durante décadas leímos «vidre fosc» por «vidre fos», «novel.listes» por «ruralistes», «sota d’un pis» por «sota d’un pi», «humanitat» por «humitat», «cosa» por «dona», «tarades» por «torrades», «corba» por «corda»... En otros casos, la inquisición filológica que imperó en la cultura catalana adaptaba la lengua de Pla a la rígida normativa del Institut d’Estudis Catalans. «¿Cómo puede ser que los correctores llegasen a modificar formas y palabras más que correctas y aceptadas?» se pregunta Garolera.
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