arte
El Lissitzky en la tribuna de Lenin: Retrospectiva en el Museo Picasso-Málaga
El Museo Picasso-Málaga se ocupa desde este lunes de la figura de El Lissitzky, uno de los máximos renovadores de la plástica del siglo XX. Ejemplo perfecto de un arte que trabajó para el poder
laura revuelta
Los artistas al servicio del poder no siempre han sido un mal asunto, por mucho que la biempensante y adocenada mentalidad contemporánea lo crea. Un altísimo porcentaje de autores (la mayoría) desde el principio de los tiempos ha sido agente del poder (incluso doble), ya ... fuera que este estuviera a favor o en contra de lo establecido. En un paso más allá, también sabemos que sin poder no habría habido artistas ni arte tal y como los conocemos, pero no vamos a remontarnos, ni a dar nombres, ni a dar señas de identidad por no ser este el sitio ni el lugar, y porque sería como un cuento de nunca acabar.
El Lissitzky (Smolensk, Rusia, 1890-Moscú, 1941) es uno de ellos, y el que nos ocupa con esta exposición que ha montado el Museo Picasso-Málaga , en la que repasa todos los detalles de su obra revolucionaria en plena revolución del mundo: 130 pinturas, fotografías, libros ilustrados, revistas, películas y diseños arquitectónicos. La experiencia de la totalidad, como dice el título, de un creador que fue total y del que, dede hace 14 años, no veíamos una selección tan completa en España.
De Rusia a la URSS
El Lissitzky, propagandista de la Revolución con mayúsculas, la que pone patas arriba a Rusia y coloca los cimientos de la Unión Soviética. Pero, claro, él qué iba a saber de todo lo que vendría años después, por lo que respecta al comunismo y su degeneración estalinista y post-estalinista en el mundo entero. Tampoco podía saber todo lo que él ha influido en el arte –y lo que no es arte– posterior a su tiempo; cómo de la propaganda que él «fabrica» salen algunas de las ideas y «estéticas» más repetidas en las últimas décadas; cómo de lo revolucionario pasa a ser un clásico al que imitar en el mercadeo capitalista más fashionable. ¡Como para pegarse un tiro de gracia en el pie! Si él y sus herederos supieran... ¡Si supieran muchos de los artífices del marketing y la publicidad que dirigen nuestras vidas sin demasiadas luces quién encendió la luz de algunas de las estéticas que recrean o copian hasta el aburrimiento...! Si supieran... les daría igual, porque El Lissitzky hizo de la propaganda un arte y del arte de la propaganda, una cooltura o una cultura cool.
«No veíamos una selección tan completa en España de este autor desde hacía 14 años» La tribuna de Lenin es una sus obras más representativas y encabeza estas líneas porque El Lissitzky fue la tribuna de Lenin y, de alguna manera, Lenin, la tribuna de El Lissitzky. No es aquello de que tanto monta, monta tanto, pero ahí anda la historia entre ellos y entre el arte. En el año 1920 diseña una tribuna, cuyos dibujos se conservan en la Galería Tretyakov de Moscú , con un líder de la revolución (Vladímir Illich Ulíanov) encaramado en una estructura metálica de apariencia entre un trampolín y la torre que Tatlin preparó para la Tercera Internacional. La famosa Torre de Tatlin que justamente está fechada un año antes, 1919, y también ha dado tanto juego en el arte de entonces hasta nuestros días. Otro ejemplo más de cuán productiva fue la creación adepta y fanática a los soviets, lo soviético y la sovietización de la especie. En el otro frente están los disidentes del poder omnímodo, que también los hubo.
Hacerse a uno mismo
El Lissitzky pasó con todos los honores de ser un remedo de Chagall, con las huellas del maestro y los designios de la tradición judía, inscripción a inscripción –como certifican las primeras obras de esta muestra fechadas en 1919: Vino el agua..., Vino el buey..., Vino el carnicero..., Vino el Ángel de la muerte... Vino Dios...; todas las litografías coloreadas de la serie «Had Gadia», donde todavía él es Eliezer Lissitzky– a sumarse a las filas del suprematismo de Malévich y construir en su propia esencia geométrica y cromática el constructivismo. Y es en este punto donde destaca, dado que se sale de la norma construida por su superiores en la materia, con su serie de trabajos englobados bajo el epígrafe de Proun(proyectos para la afirmación de lo nuevo). De hecho, para esta ocasión, se reproduce en el Museo Picasso el llamado Prounenraum (Espacio Proun): 3,2 x 3,6 x 3,6 metros donde se reflejaba la expresión tridimensional del concepto espacial de esos cuadros en los que se combinan las experiencias visuales, espaciales y temporales de una abstracción de geometría rígida.
Sin duda, este es El Lissitzky más puro y duro, cuya huella es posible encontrarla en el desarrollo abstracto de nuestros días. No obstante, El Lissitzky que más ha marcado la retina y la rutina de la contemporaneidad es el que procede de la arquitectura (creó proyectos que nunca se llevaron a termino), los collages, de los fotomontajes, de los diseños para revistas, de la tipografía... De una estética puesta al servicio de la causa y que luego ha marcado la estética de todas las causas propagandísticas que nuestro siglo XX ha dado.
El Lissitzky en la tribuna de Lenin: Retrospectiva en el Museo Picasso-Málaga
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