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SUÁREZ Y EL ESPÍRITU DE LA TRANSICIÓN

El recuerdo del primer presidente de la democracia consiguió reavivar ayer aquel espíritu de consenso que permitió el pacífico cambio de régimen a un marco de libertades

ESPAÑA se despidió ayer de Adolfo Suárez con una muestra unánime de gratitud y respeto por la histórica labor desempeñada al frente de la Transición. Junto a políticos, empresarios, sindicatos y los representantes de las más altas instituciones del Estado, miles de ciudadanos se acercaron a la capilla ardiente situada en el Congreso para ofrecer su último adiós al primer presidente de la democracia, fallecido el domingo a los 81 años. El pueblo español en su conjunto rindió un sentido homenaje a uno de los principales artífices de la democracia, que posibilitó el tránsito pacífico de la dictadura a un nuevo marco de derechos y libertades políticas, convertido hoy en referencia internacional. Y lo hizo blandiendo como únicas herramientas el espíritu del pacto, la concordia y la reconciliación. Su recuerdo consiguió revivir ayer un sentimiento de unidad y consenso que no se veía desde hace mucho tiempo.

Todos los asistentes coincidieron en destacar el trascendental papel jugado por Suárez en la reciente Historia de España. El Rey confesó «una gran pena» por su pérdida y el Príncipe de Asturias destacó que «hay que agradecerle todo» por el gran servicio prestado al país. Pero si hay una imagen que concentra el espíritu que encarna Súarez, es la de los tres expresidentes vivos homenajeando juntos su figura: Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. Los representantes de todos los partidos también elogiaron al unísono su obra, en especial su forma de entender y hacer política, abierto a todas las fuerzas y agentes con el fin de llegar a acuerdos en beneficio del interés general, más allá de sus ambiciones personales. La generosidad y altura de miras demostradas por Suárez en aquel trascendental momento no tiene parangón reciente. La única nota discordante la protagonizó, por desgracia, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, quien no dudó en aprovechar el foco para volver a reivindicar su proyecto soberanista.

El laudatorio consenso que ha generado la figura de Adolfo Suárez, con la amplia perspectiva que ofrece el paso del tiempo, no extraña si se tiene en cuenta que simbolizó un conjunto de valores forjados en la Transición, y reclamados hoy por amplios sectores de la sociedad española. La democracia, la Constitución y los Pactos de La Moncloa son frutos directos del espíritu de diálogo, generosidad, audacia, valentía, consenso y conciliación que tan bien representó Suárez durante sus años de gobierno. Como señaló Don Juan Carlos en 2002, «España no habría volado tan alto ni tan deprisa» sin él.

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