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Los amantes ocultos en los sonetos de amor de Federico García Lorca (y 2)

¿Quién inspiró los «Sonetos del Amor Oscuro»? No hay una pista única, sino un conjunto inextricable de nombres y experiencias. En los versos del poeta, la historia se refleja en infinitos espejos

Los amantes ocultos en los sonetos de amor de Federico García Lorca (y 2) Fundación Federico García Lorca

isabel m. reverte

Agustín Penón tenía razón. El investigador que llegó a Granada en 1955 en busca de la historia de Federico García Lorca dijo que había luchado contra tres gigantes gladiadores: el miedo de la gente a contar lo que sabía, el olvido de las cosas por el paso del tiempo y la fantasía que impregna todo lo que hay a su paso y convierte lo real en invención. Estos enormes gladiadores han estado siempre cerca de Federico García Lorca y de su obra.

Tras la euforia que provocó la publicación — en ABC en 1984— de los sonetos y por fin las innumerables publicaciones de sus obras completas, el interés de muchos se centró en buscar el significado de cada palabra y a los posibles destinatarios de los «Sonetos del Amor Oscuro».

El soneto

Federico García Lorca (Granada 5 de junio de 1898 — 17 o 18 de agosto de 1936) dominaba como nadie la técnica del soneto, dos cuartetos de endecasílabos y dos tercetos. Los dos primeros con planteamiento y nudo y los tercetos como reflexión y desenlace. Y el amor como asunto primordial. Apasionado y solo, el que desgarra el corazón sin esperanza, aunque a veces tenga un viso de alegría.

Los poetas de la generación el 27 —y los del 36— se dedicaban con entusiasmo a la escritura de sonetos. Herederos de Shakespeare, Petrarca, Gracilazo, Góngora o Rubén Darío, reivindicaban los sonetos como el perfecto vehículo de expresión literaria.

Tras su viaje a Nueva York, García Lorca volvió liberado de muchos fantasmas y complejos. Y además ya era un autor de éxito, como dramaturgo y poeta. A partir de entonces se vuelve más explícita su homosexualidad . Ya la ha asumido y no le asusta.

Un estudiante de Minas, Rafael R. Rapún, secretario de La Barraca

A principios de los años treinta se sabe en Madrid que está enamorado de un joven estudiante de Minas y secretario de la compañía teatral «La Barraca» . Una carta que conserva la Fundación García Lorca y firmada por Rafael Rodríguez R apún confirma que existe una relación amorosa. Pero Rapún —tres R, como le llamaba Lorca— es heterosexual y muchas veces le es infiel con mujeres. Tiene 23 años.

El director de escena Cipriano Rivas Cheriff , con quien estrena la actriz Margarita Xirgu las obras del poeta, cuenta en el diario «Excelsior», en 1957, sus memorias desde el exilio. En uno de esos artículos habla de las confidencias que le hace García Lorca en Barcelona en otoño de 1935, donde han estrenado con gran éxito de Yerma.

Memoria de Rivas Cherif

Según cuenta Rivas Cherif, quien amaba y era amado por Manuel Azaña , una mañana encuentra a Lorca destrozado por una infidelidad más de Rodríguez Rapún. Le abre su corazón y le dice que está desesperado por su íntima tragedia que poco a poco iba asumiendo y defendía: el amor sin límites, libre y sin barreras, el que expresaba tan claramente Walt Whitman, el poeta a quien había descubierto en Nueva York y a quien después dedicó su famosa oda.

Sabemos que la compañía viajó a Valencia en noviembre de 1935 , y que el poeta se alojó en el hotel Victoria de esa ciudad. En unas cuartillas escritas a mano por el poeta aparecen los sonetos. Algunos son solamente borradores.

Rapún es seguro destinatario de algunos sonetos

Amante del poeta, parece seguro que Rapún es el destinatario del «Soneto gongorino en el que el poeta manda a su amor una paloma». Un escritor valenciano, Juan Gil-Albert , le había regalado a Lorca una paloma y el poeta escribió ese soneto. «En la biblioteca personal de mi tío Federico hay un libro de Gil Albert dedicado, donde dice: «A mi palomo con cariño». Puede que Gil Albert inspirase ese soneto», dice Montesinos... O Rapún.

Hace unos meses ha aparecido otro posible amor de última hora: Juan Ramírez de Lucas , especialista en arte, arquitectura y cerámicas, y colaborador del ABC desde 1957 hasta 1998. El escritor Manuel Francisco Reina, autor de la novela «Los amores oscuros», defiende que Ramírez de Lucas es el destinatario de todos los sonetos y dice saber que «Lorca quiso que Juan le acompañase a Valencia».

El poeta Antonio Hernández apoya la tesis de Reina. Muy amigo de Luis Rosales, dice que le habló de un amor de última hora, crítico de arte en ABC. Hernández está a punto de publicar «Nueva York después de muerto», un libro sobre sus conversaciones lorquianas con Rosales.

Familiar de Ramírez de Lucas

Pero un familiar de Ramírez de Lucas lo desmiente: «Es imposible, Juan conoció a García Lorca en febrero o marzo de 1936 . Según los diarios que custodia la familia, sí fueron amantes clandestinos porque Ramírez de Lucas era menor de edad en 1936. Pero en esos documentos no se habla de la obra lorquiana».

Los papeles inéditos de Ramírez de Lucas guardan la verdad

Al parecer, Juan Ramírez de Lucas dejó a su familia unos diarios, una carta de Lorca, un romance y un dibujo. Todo habla de sus amores con el poeta granadino, documentos que muy pocos han visto. A varias personas que sí han tenido acceso a ellos, sin embargo, no les cuadra la angustia que desprende buena parte de los sonetos con el tono feliz que reflejan los papeles de Ramírez de Lucas en los que habla de su relación con el poeta.

Sólo uno de los investigadores de la vida, obra y muerte de García Lorca le ha mencionado: Agustín Penón . Nadie más. Luego Gibson siguió el rastro abierto por Penón, sin éxito. Ninguna foto, ninguna mención a este amor que Ramírez de Lucas ocultó hasta su muerte . Que sepamos, hasta la fecha. Por razones que desconocemos, la familia se niega a dar a conocer los manuscritos. Desgraciadamente, hasta que no vean la luz y se investiguen no se podrá decir la última palabra sobre el asunto. Juan Ramírez de Lucas murió en Madrid a los 93 años, en 2010 .

Sin embargo, a Rafael Rodríguez Rapún le conocía todo el mundo cercano a Lorca en aquellos tiempos de la República. Uno de los poemas de «Poeta en Nueva York», titulado «Danza de la muerte», se lo dedica a Rapún.

La angustiosa relación con Rapún cuadra con el clima de los sonetos

Rafael Rodríguez Rapún nació en junio de 1912. Luis Sáenz de la Calzada, actor estudiantil, y muy amigo de Rapún, habla de esa presencia en su libro La Barraca. «Mi padre le quería muchísimo —dice su hija, Margarita Saenz de la Calzada—. Pero nunca comentó en casa nada relativo a la homosexualidad de Federico y sus relaciones con Rapún, por cierto heterosexual y a menudo infiel. Le parecía que eso era algo propio de la esfera íntima de cada uno. Una de las cosas que más enfurecieron a mi padre fue leer en el ABC que Gonzalo Fernández de la Mora, ministro de Franco, decía que Federico García Lorca había muerto víctima de un oscuro crimen pasional (sic)».

Se lo pidió Xirgu

El dramaturgo Rivas Cherif sostiene en otro artículo publicado también en el diario «Excelsior», en 1957, que Margarita Xirgu le pide poco antes de partir hacia América que busque cualquier trabajo para Rapún en su compañía teatral porque, si no, «Federico no viajaría con nosotros a México». Fue en 1935. Pero según cuenta Ramírez de Lucas, el viaje tambien lo proyectó con él en 1936.

Ese viaje estaba programado para el otoño de 1936 y Federico fue asesinado en agosto de ese año.

Rapún se entrenó como artillero en Lorca, Murcia, y murió en 1937

Rafael Rodríguez Rapún estaba estudiando Ingeniería y Derecho en 1936. Su sobrina Sofía Rodríguez cuenta que «cuando comenzó la guerra, tanto él como mi padre, Tomás Rodríguez Rapún, participaron en la defensa de Madrid, como milicianos , antes de ir ambos a formarse como oficiales a las escuelas populares de guerra. Rafael lo hizo en la de Lorca, Murcia , que era la de artillería, de la que salió como teniente a defender el frente norte de las tropas de Franco. Murió en Bárcena de Pie de Concha, cerca de Reinosa, el 19 de agosto de 1937, un año después de la desaparición de García Lorca en Víznar, Granada. Está enterrado en el cementerio de Ciriego, cerca de Santander.

Y otro amor, desde 1931. Eduardo Rodríguez Valdivieso , heterosexual enamorado de García Lorca —¿amor literario?—. Estuvo con varias veces en en la Huerta de San Vicente en julio de 1936.

Se conocieron en una fiesta de disfraces en 1931. Eduardo Rodríguez Valdivieso también ocultó su amistad con el poeta. Hasta que, en los años noventa , entregó su archivo a Fuentevaqueros. Entonces se conocieron las cartas que le había escrito García Lorca, tan líricas y explícitas como los sonetos. Un Romancero Gitano ilustrado por el poeta y dedicado. También quería hacerle actor y llevarle con él fuera de Granada , como a Rafael R. Rapún y a Juan Ramírez de Lucas.

¿Quién se habría ido con él si no le hubieran asesinado en agosto de 1936? Nunca lo sabremos.

Conclusión

Mario Hernández opina : «Me pregunto si conduce a algo penetrar en la más cerrada intimidad de un ser humano para hacer esas preguntas; y, sobre todo, ¿qué verdad nos proporciona? La prensa quiere nombres, hechos de bulto. El espíritu de las personas está hecho de retazos, voliciones cambiantes, sueños incumplidos . ¿Cómo pensar que el espíritu de un gran poeta, capaz de dar forma acabada a lo que todos sentimos, sea traducible en fechas, actos delimitados, perfiles concretos?»

«Nunca estaremos en la verdad de lo que es un soneto amoroso»

«En cuanto a las personas amadas a las que se dirigió —continúa Hernández— me temo que, por muchos nombres que añadamos, nunca estaremos en la verdad de lo que es un soneto amoroso escrito por un poeta empapado de una tradición, que viene de Petrarca, de Garcilaso, de Lope, de Quevedo y... de Rubén Darío, entre otros muchos. Todos esos ecos mueven cada una de las palabras del poeta, y no solo sus vivencias, deseos o recuerdos íntimos. Es una mezcla inextricable. En el epistolario, se pueden hallar pistas e ideas».

Los enormes gladiadores que citaba Penón , el miedo, el olvido y la fantasía que planean por encima de la vida y la obra del poeta impiden saber mucho más de su angustia, su pasión, alegría y goce. De aquel poeta que defendía a todos a los que sólo saludaba el aire, que diría Ángel Ganivet.

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