entrevista
«El “Villarato” es una mentira que algunos se creen o necesitan creerse»
Carlos Velasco Carballo, árbitro de la Eurocopa 2012, autoritario, los jugadores saben que conoce sus «piscinas». Sus faltas tácticas. Los tiene calados. Es uno de los doce mejores árbitros de Europa
TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN
Es madrileño, tiene 41 años. Está casado. Disfruta con sus dos hijos. Y se ha convertido en uno de los doce mejores árbitros de Europa.
—Usted quiso ser como Xavi, o como Xabi, y terminó de árbitro. Y de los mejores. ¡Cómo es la ... vida!
—Quería ser futbolista. Jugaba en un equipo de barrio, el Cultural Leonesa. También hacía baloncesto y fútbol sala. Así de loco estaba. Un amigo me convenció para que me metiera a árbitro y al principio le dije: «Ni hablar». No me atraía. Fíjate lo que son las cosas, veinticuatro años después mi vida es el arbitraje.
—¿De qué jugaba?
—De extremo derecho. Después retrase mi posición y me convertí en el organizador del equipo. Lo dejé todo por el silbato.
—Su carrera es meteórica. Hoy es uno de los doce mejores de Europa. ¿Qué destacan en usted?
—Subí muy rápido. Debuté en Primera en 2004. Lo que destacan de mi es la forma física, mi autoridad y la seriedad. Soy un árbitro con mucho rigor. El que la hace la paga. El que está enfrente de mí lo sabe. Es lo más honrado que puede tener un árbitro. E intento ser inteligente en el campo.
—Internacional desde 2008, triunfó en la última final de la Europa League, entre el Oporto y el Sporting de Braga. Ahora es uno de los doce elegidos para arbitrar la Eurocopa.
—Estar entre los doce mejores de Europa es un orgullo, después de veinticuatro años dirigiendo partidos, por campos de tierra, en Regional, con muchos sinsabores. Se reconoce tu esfuerzo y tu trabajo de tanto años. —¿Qué colegiados fueron su espejo?
—El árbitro en quien más me he fijado ha sido Medina Cantalejo. Hago gestos copiados de él. Sobresalía por su elegancia, pero era firme y enérgico cuando debía serlo. Y muy inteligente. También destaco a Díaz Vega y a López Nieto. En España hemos tenido varios de los mejores árbitros del mundo. Ves el currículum de Sánchez Arminio y te caes de espaldas.
—¿Y por qué no hablan ustedes?
—Claro que hablamos. Aquí estoy, con ABC. Lo que no aceptamos es que solo nos llamen cuando cometemos un error. El año pasado arbitré en los octavos de final de la Champions, en las semifinales de Champions y en la final de la Europa League, cosa que muy pocos han hecho en una misma temporada, y no me llamó nadie. Solo gusta recordar que te equivocaste. Interesamos cuando hemos fallado, para la polémica inmediata.
—¿Existe el «Villarato»?
—No quiero hacer el caldo a las personas que lo crearon. Con la mentira del «Villarato» no atacan al arbitraje, hacen daño al fútbol. Cuando la gente mira la cara a un árbitro te dice que somos honrados, deportistas. Ha habido desgraciadamente muchos escándalos y corrupción en otros países. En España, toquemos madera, eso no ha ocurrido hasta ahora. La gente valora que nunca protestamos.
—¿Y quién cree en el «Villarato?»
—En general nadie se cree que los culpables son los árbitros, excepto cuando la gente necesita creerlo porque esta desesperada. Buscar un culpable que no es uno mismo es la mejor solución. El «Villarato» es una mentira que algunos se creen o necesitan creerse. Hay alguno que al final se lo ha acabado creyendo.
—Guardiola no se quejó del penalti de Cornellá. Es un ejemplo.
—Aplaudo las declaraciones que son comedidas y respetuosas, no falsas. Si un árbitro se equivoca, a nadie le va a doler escuchar que se ha equivocado, pero con esa mesura y esa cordura, no atribuyendo intencionalidad, que es lo peor que tiene este mundo nuestro, que la gente piense que nuestro errores son intencionados. Eso es muy grave.
—Mourinho bajó el pistón. ¿Se dio cuenta de que ese no era el camino?
—Yo le digo a Mourinho que a mí no me gusta que opinen de lo que yo hago, como yo tampoco debo opinar de lo que él hace. La prensa juzga.
—Antes recordó sus viejos tiempos. ¿Le han pegado, le han perseguido?
—Sí, las he pasado negras. Me agredieron una vez y me intentaron pegar muchas veces, aunque yo era un kamikaze, muy valiente, y las he liado gordas. Me han perseguido dentro y fuera del campo. He corrido perseguido por la gente. He tenido problemas graves, pero la Policía me cuidaba.
—¿Y le han ovacionado?
—Sí. Recuerdo un partido en Segunda B con toda la grada aplaudiéndome. En Onteniente. Hice un gran arbitraje. El público vio cómo me preparaba, cómo hacía el calentamiento y se sorprendió. Se dio cuenta de que esto es una profesión. Todavía hay gente que piensa que a nosotros nos traen de una nave extraterrestre y nos colocan ahí, en un campo, o que nos hemos caído de un guindo. Y el árbitro es actualmente un deportista de elite. Ya tontitos no los encontramos.
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