El «holding criminal» del «jefe» Luis Ye
La Guardia Civil acaba con la mayor trama mafiosa china detectada en España, a la que se intervino más de 12 millones
MADRID
Con apenas 42 años, el empresario Wen Hai Ye Wang, nacido en China aunque nacionalizado español, dirigía la mayor trama criminal de individuos procedentes de ese país detectada aquí. Sin embargo, a mediados de junio cambió su suerte; la «operación Dragón», en la que la UCO de la Guardia Civil trabajó durante más de tres años, no solo acabó con su detención y la de otras 33 personas —entre ellas las que formaban el segundo escalón de la trama—, sino también con la intervención de más de doce millones de euros. Un dato resume la magnitud de la trama: de forma legal movía más de cien millones al año. A día de hoy es aún imposible cuantificar el flujo financiero ilícito, aunque sin duda supera con mucho esa cifra.
La investigación comenzó en agosto de 2007, cuando en el puerto de Valencia se detectó la entrada de varios contenedores con tabaco falsificado procedente de China. La documentación analizada llevó hasta un par de agentes de aduanas, profesionales que aunque no pertenecen a la Administración sí necesitan estar habilitados por ella para hacer ese trabajo. Se trata de personas con capacidad para despachar mercancía y que además tienen muy buenos contactos, por lo que si son captados resultan muy útiles para las organizaciones criminales. En este caso, el ofrecimiento de la organización era jugoso: «Nosotros os proporcionamos a 300 importadores como clientes y a cambio me tenéis que meter contenedores sin que sean revisados».
Los beneficios para los agentes de aduanas eran enormes: antes de trabajar para la red, uno de ellos declaraba 500.000 euros como ingresos anuales; después, seis millones. En su día fueron detenidos, pero luego quedaron el libertad.
A pesar de descubrirse esa acticidad delictiva, la cúpula de la trama mafiosa, con Luis Ye a la cabeza —así se hacía llamar el capo en nuestro país—, seguía a salvo. Y ello a pesar de que en julio de 2009, coincidiendo con los anteriores arrestos, la Guardia Civil detuvo por primera vez al jefe de la organización: «Entonces no pudimos hacer un estudio profundo de la documentación y la mayor parte de la información que teníamos era por referencias —explica el comandante Antonio Balas, jefe del Grupo de Delitos Económicos de la UCO—. Tuvimos que dejarle en libertad, pero a cambio en uno de los registros localizamos una caja fuerte de Luis Ye que contenía pasaportes de otros chinos, cartillas bancarias, documentación de contenedores... En definitiva, las primeras pruebas del abanico de actividades criminales que controlaba esta persona».
Ese fue otro momento clave de la investigación, ya que a partir de ese análisis documental comenzaron a aparecer distintas tramas que convergían siempre en «el Jefe». Este individuo, que en lo que se refiere a su actividad legal se dedica a la importación de productos textiles, de bazar y grandes cantidades de comida china que distribuye en toda España, llegó con su familia a finales de los 90, cuando apenas había aún inmigración de personas de ese país. Por aquella época nadie importaba desde China, pero ya entonces ellos sí lo hacían. Así, poco a poco, se convirtieron en un referente para el resto de compatriotas que querían dedicarse a la misma actividad. «En parte ese tipo de relaciones se explica porque la comunidad china no se fía demasiado del Estado y la experiencia de estas personas les resultaba muy útil», precisa el comandante Balas.
En los medios
Lo cierto es que la familia de Luis Ye comenzó a ser muy respetada entre sus compatriotas. «El Jefe» tenía relaciones al más alto nivel, lo que le facilitaba sus negocios. Además, prefería mantenerse en un discreto segundo plano, como lo demuestra el hecho de que aunque él no apareciese jamás en los medios de comunicación, personas del segundo escalón de la organización sí lo hacían.
Los investigadores del Grupo de Delitos Económicos de la UCO comprobaron que Luis Ye era reconocido como una autoridad dentro de la comunidad china. Cuando había conflictos los implicados recurrían a él, que solucionaba la situación con una autoridad que nadie discutía. Prefería el diálogo, mantener las buenas formas; pero si era necesario utilizar otro tipo de métodos, como enviar a alguien para poner orden por la fuerza, tampoco lo dudaba. En definitiva, se comportaba como cualquier capo mafioso, que dicta órdenes e imparte justicia y cuyo criterio no puede ser discutido.
En su vida cotidiana, «el Jefe» tampoco era amigo de grandes ostentaciones. Salía tarde de su casa —un chalé adosado del madrileño barrio de Rosales—, visitaba alguno de sus restaurantes —es dueño de la cadena Dong Feng y de otra veintena más de empresas en nuestro país— y si tenía alguna debilidad era la de visitar el Casino de Torrelodones, donde se le ha visto «regar» con fichas de 500 euros mesas de ruleta. Como toque de distinción, la presencia de un par de fieles encargados de su seguridad, siempre dispuestos a solucionar por la vía rápida cualquier problema que se pudiese presentar.
Luis Ye, que está plenamente integrado en nuestro país —sus hijos han nacido aquí y van a un colegio español—, se había rodeado tanto en España como en China de un grupo de fieles, todos miembros de su familia. En nuestro país, según los investigadores, su mujer, Elena; sus hermanas Margarita y Nieves y su primo, Jin Wei Chen Xiang, que ejercía como gerente, le ayudaban a controlar la trama criminal para que no hubiera sorpresas. «El Jefe» apenas aparecía, porque no lo necesitaba: «No tiene una preparación específica —señala el comandante Balas—, pero tampoco le hace falta. Es un perfecto profesional de lo que hace».
Aunque en estos momentos está en libertad bajo fianza —el juez justificó la medida por el arraigo que tiene en España—, el golpe asestado a la organización ha sido durísimo. Además, ahora se quiere pedir ayuda a China para acabar con la parte de la trama instalada en ese país, que juega un papel clave en el entramado. La respuesta que se reciba de allí es una incógnita.
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