Gastón Acurio, el cocinero peruano que podría ser presidente
El chef más internacional de Perú medita a fuego lento su voto: Keiko Fujimori y Ollanta Humala, dos platos difíciles de digerir
Carmen de Carlos
Faltan tres días para las elecciones. Gastón Acurio , como la mayoría de los peruanos, anda cabizbajo. «Dudo, no sé a quién votar. A veces creo que lo he resuelto pero al rato me vuelve el dilema». El cocinero más internacional de Perú medita ... a fuego lento su voto. El amargo dilema está entre Keiko Fujimori (Fuerza 2011) y Ollanta Humala (Gana Perú), dos platos difíciles de digerir hasta para un experto en recetas complicadas. Un mal trago también para más de la mitad de la población que, en primera vuelta, no les votó.
El presidente Alan García levantó el teléfono y se disculpó. Acurio, al frente de «cuarenta restaurantes en todo el mundo», matiza, había censurado públicamente su política con los cultivos transgénicos y la indiferencia del jefe del Estado frente a las opiniones de los agricultores. Ambos mantuvieron una charla cordial y las aguas, que amenazaban con desbordarse, no se salieron del cauce.
Cualquier político que intente echarle un pulso al hombre que ha puesto en el mapa la gastronomía peruana sabe que lo tiene perdido de antemano. La gente le tiene idolatrado . Hasta el punto que el teléfono de sus restaurantes suena a diario con gente que pide consejo para votar el domingo.
«Soy optimista, no creo que ninguno de los candidatos, gane quien gane, cometa la torpeza de apartarse del desarrollo que estamos viviendo o atraviese caminos retirados de la vía democrática», afirma. El primer hombre, capaz de forzar una retirada de Alan García del ring del debate público, reflexiona sobre el poder de la cocina. «La mesa –asegura– es un territorio que une a casi todos y no polariza como la política. Hoy, es un vehículo que te da la oportunidad de cambiar las cosas que están mal por las que están bien».
La voz de Acurio, en el comedor de «Astrid y Gastón», el buque insignia de su cadena de restaurantes, donde da trabajo a tres mil personas, se alza para analizar la dimensión culinaria en la política. «Un taxista que nunca podría pagar la cuenta de este restaurante ahora siente que es un poco suyo, forma parte de una nueva identidad para el peruano. La independencia de Perú se produjo hace 190 años pero la emocional y cultural la acabamos de conquistar. La gastronomía es el primer paso para alcanzar, finalmente, la independencia económica».
A los 43 años está convencido de que el orgullo de los fogones peruanos ha colaborado a aumentar la autoestima de la sociedad andina. «La cocina peruana revaloriza e incorpora a todos los que participan del proceso. El campesino, el que cocina y el que sirve los platos tienen hoy un reconocimiento superior. Hemos dignificado su función y eso se traduce en remuneraciones más justas. Ese es mi aporte a Perú».
La palabra culta de Acurio –reconocible en el doblaje al español de «Ratatouill»– le viene de cuna. Hijo de un abogado y senador de Acción Popular , su voto se lo disputan en las filas de todos los partidos. Su nombre, pese a resistirse, suena, incluso, como candidato presidencial en el 2016. «Tengo un discurso político pero no aspiraciones políticas. Este es un país rico y no ha sido capaz de construir una sociedad prospera. Eso –lamenta– demuestra una ineptitud para hacer de ésta una sociedad justa».
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