ETA guardaba mil kilos de explosivos para matar cuando rompiera la tregua

Dadas las dimensiones del caserío, situado entre valles, a las afueras de Legorreta, los agentes se tuvieron que emplear a fondo durante el registro, que se prolongó a lo largo de más de trece horas. Se ayudaron de detectores de metales y de perros adiestrados para buscar posibles habitáculos subterráneos. Al final, el trabajo dio frutos, ya que se incautaron de 850 kilos de nitrato de amónico, otros 14 de pentrita y 100 litros de un combustible destinado a la confección de nitrometano. Material éste utilizado para reforzar la potencia de las bombas. Los etarras lo emplearon en el coche bomba que dinamitó la T-4 y con ello el «proceso de paz» con Zapatero.

Asimismo, la Benemérita halló detonadores y material para fabricar un elevado número de ellos, elementos electrónicos para la confección de artefactos así como documentación y abundante material informático. El caserío, en el que residía Aitor Esnaola, se había convertido en una auténtica base logística de almacenamiento y distribución de explosivos. Los agentes registraron paralelamente la vivienda de Igor, en el casco urbano de Legorreta, así como un garaje situado en la parte baja. Allí se incautaron de una furgoneta blanca y de un vehículo Audi que serán analizados para recabar nuevas pistas.

Los casi mil kilos de explosivos encontrados ayer habían sido acumulados por los dos etarras en este caserío después de varios desplazamientos realizados a Francia en la furgoneta de su propiedad. Constituye la mayor incautación lograda en España en una sola operación. En el vecino país, miembros del «aparato logísticos» les hacían las entregas. Su cometido era distribuirlo después en diferentes «zulos» para que fueran recogidos por los «comandos» operativos desplegados por el País Vasco. Al parecer, desde que ETA anunció el actual alto el fuego, el pasado mes de enero, los Esnaola no habían introducido más explosivo en España y tampoco se habían dedicado a distribuirlos, ya que los «comandos» tienen orden de mantenerse en «parada técnica» hasta recibir la orden de volver a asesinar. El «Erreka» pudo haber participado en atentados, como los perpetrados contra un repetidor de Hernani y una sede del PSE en Lezcano.

Material a mano

Sin embargo, subrayan fuentes antiterroristas, el hecho de que los tuvieran «a mano, ocultos en el caserío, con todo el riesgo que ello supone, en lugar de haberlos escondido en el monte o de haberlos devuelto a Francia, constituye la enésima prueba de que ETA tiene intención de reanudar la actividad criminal en cuanto estratégicamente le convenga y necesita de su maquinaria asesina engrasada.

Al parecer, su último desplazamiento a Francia fue el pasado mes de septiembre. Allí, Aitor e Igor mantuvieron una cita con cabecillas del «aparato logístico». Se da la circunstancia de que por aquellas fechas ETA anunció, a través de un comunicado difundido por «Gara» que mantenía desde hacía meses una suspensión de sus «acciones ofensivas».

Las investigaciones, que se mantienen abiertas, comenzaron en 2002, después de que en las anotaciones incautadas al cabecilla «Susper», figurara la palabra «Erreka», junto a dos nombres codificados y diversos datos que apuntaban a la existencia de un «talde». El hecho de que los «tronkolaris» Aitor e Igor se encontraran tan arraigados en los ambientes rurales y en el sector primario de la Guipúzcoa más profunda ha dificultado las pesquisas que, sin embargo, cobraron un nuevo impulso tras el desmantelamiento de la estructura «Halboka» integrada por varios abogados de ETA. Gracias a la pista dejada por la letrada Arantza Zulueta los agentes acumularon pistas y comenzaron a estrechar el cerco en torno a Aitor e Igor el pasado agosto.

Las pesquisas han permitido también conocer que los hermanos Esnaola estuvieron a las órdenes del etarra José Antonio Aranibar, «Kati», un «lugarteniente» de «Txeroki», que fue detenido en julio de 2007. «Kati» coordinaba a los «comandos» encargados de distribuir material, entre ellos, el dirigido por «Pistolas», que trasladó un misil para matar a Aznar.