Gbagbo, de sindicalista en la sombra a feroz dictador de Costa de Marfil
Apodado Cicerón debido a su pasión inusitada por el latín, su leyenda comenzó a forjarse en 1971, tras ser detenido por profesar «enseñanzas subversivas»
EDUARDO S. MOLANO
De sindicalista en la sombra a feroz dictador. La biografía del líder rebelde marfileño Laurent Gbagbo se encuentra plagada de claroscuros.
El pasado 3 de diciembre, Gbagbo fue proclamado vencedor de las elecciones presidenciales de Costa de Marfil por el Consejo constitucional, con el 51, ... 45% de los votos. La decisión invalidaba los resultados entregados previamente por la Comisión electoral, quien otorgaba la victoria a su rival político, Alassane Ouattara. Y en un líder acostumbrado a la lucha callejera, su negativa a abandonar el poder no es ninguna broma circunstancial.
Apodado “Cicerón” debido a su pasión inusitada por el latín, la leyenda de Gbagbo comienza a forjarse en 1971, tras ser detenido por profesar “enseñanzas subversivas”.
Es en estos años, curiosamente, tras su regreso de F rancia (donde ejercía como profesor en la Sorbona) , cuando Gbagbo comienza a alimentar sus rechazo colonial, motivado por la exclusión histórica que su grupo étnico -Bete- sufría en las esferas de poder marfileñas.
Ya en la década de los 80 su manifiesta oposición al “padre de la nación” -el ex presidente Félix Houphouet-Boigny- le llevó a sufrir un nuevo exilio voluntario en Francia, país desde el que regresa a Costa de Marfil en 1988.
Eternos conflictos norte-sur
Doce años después y convertido ya en un destacado líder sindical, en 2000, Gbagbo asciende a la Presidencia marfileña tras imponerse en unos comicios que él mismo calificó de “calamitosos” y que desembocaron en un Gobierno cuya figura definitoria es la beligerancia.
Desde su ascenso al poder, el país africano se ha visto salpicado de numerosos conflictos armados entre los rebeldes del norte y las tropas pro gubernamentales del sur. Una guerra civil encubierta en la que resulta clave la figura de la primera dama marfileña, Simone Gbagbo.
Durante los años más duros del metal , la consorte presidencial subvencionó de forma directa a los “Jóvenes Patriotas”, un movimiento nacionalista que realizó diversos ataques contra intereses franceses en 2004. “Los jóvenes no bajan a la calle por mis órdenes” -argüía la primera dama en 2007-, pero estoy muy orgullosa de lo que hicieron”. Una historia de venganza que viene de lejos: “Estuve seis meses en prisión. Fui golpeada, violada y dada casi por muerta. Después de todas estas pruebas, es normal que nadie juegue conmigo. Tengo el temperamento de un ministro”, aseguraba Simone en una entrevista concedida en el año 2001.
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