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PILAR JURADO

Matrix se cuela en el Real

La compositora y soprano Pilar Jurado se convertirá el próximo viernes, con «La página en blanco», en la primera mujer que estrena una ópera en el teatro madrileño

JAVIER DEL REAL

SUSANA GAVIÑA

Un thriller, una obra de ciencia ficción, una historia de amor... «La página en blanco» es las tres cosas a la vez. Una ópera que habla sobre los miedos de un compositor —a crear, a que le roben la música y a que su obra no trascienda a la Historia—, pero que también refleja los temores ante un mundo dominado por la nuevas tecnologías. «La técnica puede ser muy útil o muy nociva para la Humanidad. Todo depende de en qué manos esté y cómo se utilice», asevera Pilar Jurado, responsable de la partitura y el libreto de la ópera, que se presentará el próximo viernes en el Teatro Real.

Hablar —con tranquilidad— con Pilar Jurado (Madrid, 1968), compositora, soprano y directora de orquesta se ha convertido en tarea casi imposible estas últimas semanas. Si no está grabando un documental para TVE —que se emitirá a finales de marzo—, está en una sesión de fotos, mientras otro periodista se sienta a esperar su turno. Es mucho el ruido mediático y la expectación que ha levantado este estreno, pues la convertirá en la primera mujer que compone una ópera para el teatro madrileño. Pero existe otra circunstancia que hace de este momento algo excepcional: también la interpretará.

Inteligencia artificial

Poco después de las cinco de la tarde, la compositora se transforma en soprano. Jurado se mete en la piel de Aisha. Es el primer ensayo sobre el escenario, con vestuario, y con la Orquesta Titular del Real en el foso. Han pasado casi tres años desde que Antonio Moral, anterior director artístico, le hiciera el encargo y ahora estamos en la cuenta atrás. En escena, una pequeña casa de dos plantas —con dos grandes contraventanas que funcionan a modo de pantallas— en la que vive el protagonista y donde se desarrollará toda la historia. Ricardo tiene que componer una ópera y en el proceso le enfrentará a multitud de fantasmas. Un amigo científico le propondrá que contrate a un cibercantante que resulta ser un clon del compositor. El director del teatro, la ex mujer de Ricardo y un periodista forman parte también de esta trama de suspense, donde entrarán en conflicto la inteligencia artificial y la inteligencia emocional, y que se resolverá con un inesperado final.

La dualidad compositor / soprano que representa Jurado se traslada también al argumento en otro plano: la técnica frente a los sentimientos. Jurado defiende los valores del canto y de la voz: «Aisha representa la parte más humana de la obra. Tengo la sensación de que en el siglo XXI el hombre se ha alejado de las humanidades, y cuanto más lo hace, más se le olvida pensar, entender al otro, y que por encima de todo hay valores que no se pueden trasgredir».

Tender un puente al público

Las ambiciones personales y los medios de comunicación tampoco quedan a salvo de la crítica. «Este es el momento en el que hay más información pero también en el que más nos manipulan», explica Jurado a ABC en su camerino, durante un descanso del ensayo, y mientras devora un sandwich. «Estoy hambrienta», confiesa entre risas la artista, que no puede ocultar su entusiasmo ante lo que está sucediendo a su alrededor. Un proceso que ha vivido «como una niña» pero en el que también ha sufrido la «incertidumbre» tras el relevo de Moral por Gerard Mortier al frente del Real. «Creo que mi ópera salió fortalecida, pues Mortier aceptó el proyecto como si fuera propio».

Aunque tiene 80 obras en su haber como compositora, la experiencia de crear una ópera era nueva. De ella, reconoce que ha aprendido «a hacer concesiones» en algunos momentos. «Y ante la duda, la decisión siempre está del lado del drama». Como soprano, Jurado se ha puesto a las órdenes del director musical y el de escena, pero ¿qué lugar ha ocupado como compositora? «Yo imaginé la puesta en escena de otra forma —confiesa—, pero hay que confiar en el trabajo y la creatividad de los demás. Esta es una labor colectiva y lo más importante es la ópera».

«La página en blanco» es una historia que ofrece varios niveles narrativos que se reflejan también en la partitura. «Hay tantos que resulta difícil encontrar la armonía y a veces alcanza tal complejidad que desembocan en una masa sonora». La compositora reconoce que la primera vez que escuchó su obra completa —una ópera dentro dentro de una ópera— se sorprendió «por la fluidez con que suena la música, pasando de una técnica a otra con la mayor naturalidad». Y siempre tuvo claro que la música debía acompañar la acción dramática: «Lo que el público escuchará es como una banda sonora con entidad propia». Entre sus inquietudes, señala la de restablecer el puente entre el público y el compositor. «Soy honesta conmigo misma y a mí me encanta comunicar. El arte cobra su significado en el momento que lo recibe el otro. No puede ser que durante siglos el público haya degustado la música de su tiempo, y que desde la segunda mitad del siglo XX haya un divorcio tan increíble con ella».

Avisan por megafonía, Pilar Jurado debe salir a escena. De nuevo se transforma en Aisha, y la compositora vuelve a dejar paso a la soprano.

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