Las galerías afectadas, sin noticias de la Policía
Están satisfechas, pero no salen de su asombro y reclaman información
NATIVIDAD PULIDO
Las galerías afectadas por el robo de un furgón con obras de arte en Getafe apenas salen de su asombro. No esperaban que aparecieran las obras, y mucho menos tan pronto. Están satisfechas, pero lamentan que la Policía no les hubiera llamado para comunicarles la ... noticia, de la que tuvieron que enterarse por la prensa. Idoia, hija de la galerista Nieves Fernández, afirma que fueron ellos quienes telefonearon a la Policía para confirmar los hechos: «Nos han dicho que estemos tranquilos y no nos preocupemos, pero que hay un procedimiento a seguir y que nos llamarán más adelante». Ni siquiera les dijeron que falta una obra por aparecer. La pieza «Topo IV», de esta galería, es la que vendieron los ladrones a un chatarrero por 30 euros y la que dio la pista para recuperar el botín. «Yo ya hacía esta pieza no sé dónde... Da pena que la quisieran vender al peso. Les hacemos un monumento a la Policía si nos la devuelven».
Una llamada a Bogotá
Mariola Góngora, de la galería Fernando Pradilla, se quejaba de que estuvo ayer llamando hasta en cinco ocasiones a la Policía sin éxito: «Siempre era lo mismo, que no me podían decir nada. Nadie se ha puesto en contacto con nosotros hasta el momento. A las cinco de la mañana, hora de Bogotá, desperté a Fernando (Pradilla) para decirle que habían aparecido los boteros (tres dibujos y dos óleos)». David Fernández-Braso, de la galería Juan Gris, está muy contento, pero, al igual que sus colegas, confirma que la Policía no le ha informado de nada de lo ocurrido: «Lo que sé es por los medios de comunicación. Yo ni siquiera he intentado hablar con la Policía; creo que son ellos los que tendrán que llamarnos». Dice que ha reconocido en un vídeo emitido en televisión una de las dos piezas de Chillida que les robaron: una lurra (la otra era un collage). «Las obras estaban aseguradas —comenta—; no esperaba que se encontraran. Pensé que era un encargo, un trabajo de profesionales, y todo lo contrario».
Marc Domènech, de la galería Oriol de Barcelona, supo la noticia por la compañía de seguros. Le habían robado tres tintas de Chillida. Tenía esperanzas de recuperarlas («espero que la que falta no sea mía»). Entiende la discreción de la Policía, aunque para saber lo que pasa, dice, «tenga mañana que comprar la prensa».
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