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La crisis del 11-M

LOS atentados del 11 de marzo de 2004 siguen dolorosamente vivos en la memoria de las víctimas y sus familias, y también en la sociedad española. No puede ser de otra manera, porque la magnitud de aquella masacre aún hoy sigue siendo inconcebible. Las secuelas ... físicas y psíquicas de los heridos y la destrucción de muchas familias son el testimonio vivo de la extrema crueldad de un grupo de fanáticos criminales que, por desgracia, lograron todos sus objetivos. Toda mirada atrás debe servir para aprender de la experiencia y no repetir errores en el futuro. Porque en el 11-M, entendido como esos fatídicos días que transcurrieron desde el atentado hasta las elecciones generales del día 14, España se rompió como sociedad política. Los terroristas consiguieron todos sus objetivos. Lograron, por supuesto, la matanza más brutal cometida en suelo europeo. Cambiaron el más que probable resultado electoral. Rompieron los puentes entre los principales partidos políticos y dieron paso a un período de crispación y revanchismo. Incluso en la actualidad aún se puede temer que muchas heridas sólo hayan cicatrizado superficialmente. Mientras que el 11-S unió, el 11-M rompió, porque, además de un atentado, fue una crisis nacional.

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