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Detenida con su bebé en brazos

Detenida con su bebé en brazos

T.C.

Romina, con su niña en brazos, en una plaza de Santa Cruz

POR TERE COELLO

SANTA CRUZ. Romina Otero vive un verdadero calvario desde que el pasado jueves 30 de abril fuera detenida por la Policía Nacional, con su bebé en brazos y junto a su pareja, a la salida del Juzgado de Santa Cruz.

Fue conducida a las dependencias del Cuerpo Nacional de Policía de la calle Pérez de Ayala, en la capital tinerfeña, donde el trato que recibió aún la inquieta. Según relata, fue trasladada hasta este lugar junto a su bebé y allí permaneció durante varias horas, desde el mediodía hasta pasadas las seis y media de la tarde, sin comer, sin beber y, lo peor, con problemas para dar de mamar a su hija debido a los nervios que estaba pasando.

«Estaba sin comer, sin nada, y yo con la niña de acá para allá diciéndole que la tenía que llevar al médico; le preguntaba si estaba detenida, qué pasaba, no podía dejar de llorar, estaban teniendo un trato muy feo conmigo, me decían que no estaba detenida pero que me tenía que quedar sentada», comenta Romina, mientras añade que le hablaban mal dando por hecho que «no me importaba nada, ni mi hija, me decían que para qué me había puesto a traer niños... yo no entendía qué tenía que ver mi hija».

Un trato inhumano

Según palabras de la detenida, no quedó aquí el asunto, porque, incluso, pidió que la llevaran hasta su casa a buscar leche para dar de comer a la pequeña que ya empezaba a vomitar: «Tuve que hacer un escándalo bárbaro pidiéndoles por favor que me llevaran a la cita del médico. Primero me dijeron que la llevaban ellos, a lo que dije que no; después, aceptaron llevarme. Entraron conmigo y hasta la enfermera que atendió a la niña pidió que no me pusieran más nerviosa porque era malo para la bebé».

Romina relata que los policías le dijeron a esta enfermera que no se preocupara, que después de la consulta la llevarían a su casa pero volvieron a trasladarla a la Jefatura de Policía y después al juzgado, donde le dieron algo de comer «porque la jueza o secretaria, no sé quién era, no podía creer que me hubiesen tenido tanto tiempo sin ni siquiera darme agua e, incluso, habían pedido que me internasen en [el centro de internamiento de] Hoya Fría con la niña, una desconsideración de todo».

Los días posteriores

Romina Otero se presentó en la comisaría en días posteriores a esta detención esperando que le devolvieran a ella y a su pareja sus pasaportes, algo que no ocurrió, por lo que pidió que le explicaran la situación en la que se encontraban y lo único que le comunicaron, según indicó, es que «se buscara un abogado».

Desde entonces, pasa los días en un mal vivir esperando que en cualquier momento la Policía toque a su puerta y le comunique que tiene quince días para abandonar el país, como así le hicieron saber los funcionarios policiales, explicándole que, de lo contrario, sería expulsada junto a su hija; una niña que nació el pasado 7 de abril en el Hospital Universitario de Canarias.

Esta mujer, de 32 años, llegó desde Argentina a Tenerife hace dos años como turista, arrastrando con ella la problemática de su país, la falta de trabajo y de estabilidad económica, intentando comenzar una nueva vida en la isla.Le fue fácil encontrar un trabajo, primero cuidando a un anciano y después como camarera de restaurante; se aseguraba un sueldo y una vida mejor, pero no lograba regularizar su situación ante la ley, porque no contaba con un contrato laboral.

De este trabajo a otro y así todo el tiempo. A los pocos meses de su llegada, conoció a un muchacho al que se unió sentimentalmente, su actual pareja. Al año de comenzar esta relación, Romina quedó embarazada. Sabedora de su situación, tocó varias puertas con el único fin de convertirse en una inmigrante regular ante la Ley, de tal manera que su bebé naciera sin ningún problema, con los derechos de cualquier niño.

La lógica no impera

No lo tiene fácil esta ciudadana de nacionalidad argentina, ya que, si no hay contrato de trabajo, no hay papeles y, si no hay papeles, no hay contrato de trabajo; es decir, el pez que se muerde la cola. Por entonces, la única esperanza de Romina Otero era pasar un año más en Tenerife y solicitar el arraigo. Pero se aceleran los acontecimientos cuando es detenida.

La situación se le ha complicado. Se le ha abierto un expediente de expulsión, sin atender su petición para dar a su hija la nacionalidad española. La pequeña Khadija tiene poco más de un mes de nacida en Tenerife. fue inscrita en el Registro Civil. En el libro de familia tiene un nombre y unos padres, pero, de momento, es apátrida.

Su madre ha intentado resolver esta situación varias veces dirigiéndose al Registro Civil, donde le han puesto muchas pegas. «Conociendo la situación, me piden que lleve los papeles originales puestos al día, pero no los tengo, y mi país tarda más de un año en darle la nacionalidad. Yo no vine embarazada para parir y quedarme, ya llevo dos años; mi hija nació aquí y pedimos una oportunidad». La próxima cita, en el Registro Civil de Santa Cruz para tratar este asunto, la tendrá el próximo 2 de julio, cuando Khadija tenga ya casi tres meses.

Desde Amnistía Internacional, teniendo conocimiento de este caso, han recordado los derechos fundamentales del niño recogidos en la Convención de La Haya, especificando que el niño «ad.

Uno de los 51 artículos de este tratado firmado el 5 de octubre de 1961 especifica que «el niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos».

Puestos en contacto con el Consulado Argentino en Tenerife, de entrada mostraron su sorpresa ante este caso del que no tenían conocimiento. El cónsul, Rubén Bruira, apunta que, de ser las cosas de esta manera, sería un caso excepcional de negación de nacionalidad, «porque no es habitual en España, como tampoco es costumbre tratar casos como estos en el Consulado Argentino».

Entre tanto, Romina Otero continúa con su peregrinaje de ONG en ONG, de abogado en abogado, mientras se pregunta si «aquí la familia no vale nada», puesto que no se imagina a ella en un lado del mundo y el padre de su hija en el contrario, condenando a la niña a vivir esa situación.

Piensa esta muchacha que hay ensañamiento con ella porque su pareja es marroquí, también en situación irregular. Llegó a Fuerteventura en patera en el año 2005, y en agosto del año siguiente viajó a Tenerife.

Según relata, planea sobre él una orden de expulsión que nunca ha recibido y la que, al parecer, no puede revocar. Rtiene» que tener una nacionalidRomina está convencida que si el origen de su pareja fuera otro «no habría tantos problemas».

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