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Colombia frente al terrorismo

LOS terroristas de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sufrido el enésimo duro golpe en lo que va de año. Durante el acoso del Ejército colombiano a un campamento de la organización, el ex congresista Óscar Tulio Lizcano pudo huir en compañía ... y con la ayuda de uno de sus captores. La imagen de la liberación de Ingrid Betancourt ha vuelto a la mente de todos, mas lo cierto es que esta liberación es en realidad comparable a la de Fernando Araujo Perdomo, en su día ministro del Gobierno de Andrés Pastrana, que fue secuestrado en Cartagena de Indias y pasó seis años en manos de sus captores antes de huir en circunstancias casi idénticas a las vividas ahora por Lizcano: asedio del Ejército al campamento y huida por la selva durante días. La gran diferencia fue que Araujo no contó con la ayuda de ningún captor. La cooperación de un secuestrador es también un dato muy relevante. La política de incentivar deserciones por parte del Gobierno de Álvaro Uribe empieza a dar frutos concretos. Ahora hay un secuestrado menos con el que chantajear a la democracia colombiana y un terrorista menos en la selva, que va a vivir en Francia un proceso de reeducación para integrarlo en la sociedad colombiana, mientras es protegido de las posibles represalias de sus ex compañeros de armas. Cabe preguntar aquí por qué ese proceso de proteger a los desertores de las FARC se lleva a cabo en Francia y no en España. Quizás el papel español pudiera ser más relevante.

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