Suscríbete a
+Pasión

De capa | madrugada del viernes santo

Una pantera nos miró fijamente

Algunos estaban en la calle en la Madrugá de las carreritas pero no se enteraron de nada hasta el domingo

Lucas Haurie

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El «saber estar» es uno de esos conceptos típicamente sevillanos inaprehensibles para el forastero, como la «categoría». Lo que sí resulta evidente es que nadie supo estar en la famosa Madrugada de 2000, la de esas «carreritas» cuyo diminutivo no hace sino agravar la sensación ... de pánico –como cuando una película de terror está protagonizada por un niño–. Y algunos, ni siquiera estuvimos. Hay aborígenes, sí, que hemos pasado un lunes del pescaíto comiendo cabrillas en el Parque Alcosa hasta muchas horas después del alumbrado y a quienes, pese a que ya nos dedicábamos al periodismo, nos pilló aquella Madrugá en el sótano de un bar clandestino. Tomábamos, disimulando las arcadas, el Domingo de Resurrección el aperitivo de salchichón y huevo duro que prescribe la Pasqua italiana sin poder seguir la animada conversación sobre los sucesos del resto de los comensales.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia