Sevilla celebra un Corpus íntimo en el interior de la Catedral

Numerosos fieles siguieron la celebración en el primer templo de la ciudad donde se dieron cita las representaciones eclesiásticas, civiles y militares habituales.

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Mercedes Benítez

La tormentosa mañana ha aguado la fiesta. Las calles han permanecido semi vacías, lo mismo que los bares. Sólo había paraguas y chubasqueros

La decisión de celebrar la procesión de puertas adentro por la lluvia se adoptó en la tarde del miércoles ante la evidencia de los efectos de la borrasca que ha descargado una lluvia constante y persistente desde primeras horas de la mañana. El anuncio propició la suspensión de los traslados de la Hiniesta gloriosa y el Señor de la Sagrada Cena a sus altares. En las calles del itinerario ya se habían desmontado esta mañana los altares que no estaban resguardados de las inclemencias meteorológicas que no impidieron celebrar en la tarde del miércoles las vísperas con la visita a altares, balcones y escaparates engalanados ni asistir a los conciertos musicales programados. El ambiente era totalmente distinto en la mañana de este jueves en la que apenas había gente en la calle por el aguacero. Eso no impidió la presencia de representaciones de las hermandades sevillanas con sus estandartes para la celebración de la eucaristía en la Catedral. Los estandartes se ubicaron a ambos lados del recorrido de la procesión.

El arzobispo ha ofrecido una homilía centrada en el misterio de fe de la eucaristía en la que hizo mención a los barrios de Sevilla que aparecen en el listado de los más pobres de España y pidió no perder la esperanza en su recuperación. Concluyó con una cita a la Virgen de los Reyes.

Antes de finalizar la misa, los seises bailaron ante el Santísimo cómo harán cada día durante la octava del Corpus. Tras el baile, el alcalde procedió a la entrega del doblón que según la tradición asegura la continuidad del cuerpo de niños danzantes sevillanos. Antonio Muñoz, ahora alcalde en funciones, ha asistido a su última celebración religiosa al frente de la Corporación municipal antes de la renovación el 17 de junio de la Corporación municipal salida de las urnas el 28 de junio.

Posteriormente se ha organizado la procesión de últimas naves con el Santísimo Sacramento bajo palio portado por el arzobispo en el viril del ostensorio que fuera labrado por Ignacio Thamaral y estrenado en la festividad del Corpus de 1729, considerada una de las piezas más ricas del tesoro catedralicio. La custodia de Arfe, preparada aunque no se utilizaría, quedó emplazada delante del altar mayor. La procesión por el trascoro pasó por delante de los pasos de la Inmaculada, Santas Justa y Rufina, Santa Ángela, San Isidoro, San Leandro, San Fernando, el Niño del Sagrario y la custodia chica, antes de hacer estación ante la capilla del Nacimiento como posteriormente hizo en la capilla Real presidida por la Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis.

La procesión formó con los niños carráncanos, guión de la Sacramental del Sagrario, pendón de San Fernando, que ha portado el comandante militar de Sevilla y Huelva, acompañado del jefe superior de la Policía y del general de la Guardia civil. Tras el pendón desfiló la cruz con ciriales previa a la representación de religiosos, sacerdotes, los seises, representación de la Real Maestranza, Cabildo Catedral, y el Santísimo Sacramento portado por el arzobispo bajo palio llevado por miembros de la junta superior del Consejo de Cofradías y de la sacramental del Sagrario. Los fieles se arrodillaron al paso del Santísimo en la breve procesión. Cerraban el inédito cortejo los obispos auxiliares, el deán presidente del cabildo catedral, Francisco Ortiz; las primeras autoridades y las corporaciones municipal, con 18 de sus 31 ediles, y una muy discreta representación de la Diputación provincial con sus maceros.

El corto recorrido fue seguido por el público que ya llenaba para ese momento las naves de la Catedral y que se situaba a las puertas mientras el aguacero arreciaba en el exterior. Finalizada la procesión y el rezo ante el Santísimo las autoridades se despedían del arzobispo al pie del altar poniendo fin a un Corpus marcado por la paradoja de una lluvia sin precedentes en el año de la sequía.