Así es la artimaña del 'tercer día' de los hoteles que utilizan con nosotros en los buffet libres
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Aunque aún nos encontramos a mitad del mes de febrero, son muchas las personas que ya están planenando sus próximas vacaciones, tanto las de Semana Santa como las de verano, con el fin de tener organizado todo el viaje y no tener que afrontar precios muy altos.
Entre los principales elementos que hay que ir eligiendo y reservando encontramos el alojamiento, que puede ser un hotel, hostal, apartamento, villa, etc; el medio de transporte, que en muchas ocasiones es el coche propio, tren o avión, las excursiones que se quieran hacer y dónde vas a comer.
Lo bueno de la oferta turística actual es que existen diferentes tipos de paquetes y promociones de 'todo incluido' que facilitan la estancia de los clientes que buscan no tener que estar pendientes de cada mínimo detalle mientras disfrutan de sus días de vacaciones. Con estos packs, por ejemplo, puedes estar en el hotel disfrutando de la comida y bebida que quieras, siendo los bufés libres la forma más habitual de ofrecer desayunos, comidas y cenas.
Justo respecto a este tipo de servicios, el bufé libre, existe una práctica que llevan a cabo la mayor parte de hoteles y en la que probablemente nunca habías pensado. Se trata de un truco con el que poder medir la rentabilidad de la comida que ofrece un bufé de un hotel u hostal, de modo que no pierdan dinero con tan generosa opción e, incluso, puedan ahorrar algo.
¿Cuál es el truco del 'tercer día' de los hoteles?
Se trata del truco del 'tercer día' y, según explicó Rubén Úbric, director corporativo del servicio de restauración de una destacada cadena de hoteles: «Es imposible que durante una semana estés poniéndote hasta las cejas de todo. En los primeros días, todos abusamos de la comida y la bebida, pero a partir del tercer día todo se modera. Cambiamos el whisky por el agua con gas… y nosotros calculamos la media».
Con este método cuidadosamente diseñado y estudiado, se aprovecha el comportamiento que suelen llevar a cabo los usuarios del bufé: el primer día suelen acaparar con toda la comida suculenta que les apetece, comiendo demasiado, después van bajando la cantidad de comida que eligen y, de manera general, el tercer día llega la moderación y los clientes comienzan a optar por comidas más ligeras y saludables.
De este modo, pasarían, por ejemplo, de comer las mejores carnes y pescados a pedir una ensalada, o de tomar los vinos más caros a decantarse por beber agua. Este comportamiento generalizado hace que el hotel pueda adaptar la oferta gastrónomica y lo que invierte en ella de manera que no salga perdiendo, adaptándose así a las conductas de sus clientes, pasando por utilizar la psicología del consumidor de la manera más beneficiosa para ambas partes.
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