quemar los días
Viva Franco no, hijo
Nuestra generación ha sido muy cobarde. Tenemos al menos la oportunidad de educar

A los dieciséis, lo que mola es ser antisistema. En mis dieciséis, ser antisistema era, sobre todo, abrazar posturas radicales acordes con aquel momento: OTAN no, okupación sí, mucha policía poca diversión. Intentábamos matar al padre, obligación adolescente, situándonos en los extremos y reprochando a ... nuestros mayores su blandenguería. Sin embargo, por el camino hacia la vida adulta fuimos realizando demasiadas concesiones, hasta comprender, hoy, que nuestra generación ha sido mucho más cobarde que la de nuestros padres: dejamos que nos arrebataran con total pasividad la mayoría de conquistas sociales que ellos lograron, hasta ver cómo la única solución de futuro para nuestros hijos es que se marchen a buscarse la vida al extranjero.
A los dieciséis, lo que sigue molando es ser antisistema. Pero el giro ideológico ha sido absoluto. Ahora matan al padre levantando la tumba del franquismo, y reivindicando, en un revisionismo alentado por ideólogos de Youtube y TikTok, supuestos valores asociados a la dictadura. Todo el mundo tenía trabajo en aquella época es uno de los más recurrentes. Dentro del saco entran también la xenofobia, el patriotismo exacerbado o la apelación a los modelos unívocos de familia tradicional. El grito juvenil más subversivo de los adolescentes de ahora es 'Viva Franco'; escucharlo de boca de púberes de voz aniñada produce estremecimiento.
Crecí escuchando el 'No Future' de los Sex Pistols. Hoy los niños crecen escuchando 'trap' y 'drill', donde la ideología es igual de zafia, sólo que vinculada a cuestiones como el machismo, la ostentación o el matonismo, todo ello desde un planteamiento individualista netamente neoliberal. Como leer resulta un fastidio, es mucho mejor informarse a través de 'youtubers'. En la selva de los nuevos prescriptores de opinión, algunos producen verdadero sonrojo. Sin embargo, no existe para la chavalería mayor aval que el volumen de 'followers'. Este tío tiene dos millones de seguidores, papá, ¿cómo no va a tener razón?
Y entonces los niños se sientan a comer a la mesa con sus padres. Y reproducen con la vehemencia propia de su edad la misma diarrea que consumen en sus pantallas: las paguitas de los parados que se rascan los huevos, los inmigrantes ilegales que ganan más que los de aquí sin dar un palo al agua, los numerosos casos de hombres asesinados por mujeres que no salen a la luz.
Se puede elegir entre el silencio, la condescendencia o la voluntad de educar. Me quedo con esta, porque tenemos una responsabilidad. Nuestra generación ha sido muy cobarde, al revelarnos incapaces de mantener las conquistas de nuestros padres. Está en nosotros ahora, al menos, impedir que volvamos a los oscuros tiempos anteriores a ellos.
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