Perdigones de plata
Enemigos íntimos
Me disgustaría y me preocuparía tener enfrente a un enemigo como Ábalos
Maldita curiosidad
Ultrarricos
Se suele apuntar que la talla de un hombre se mide por la categoría de sus enemigos. Si los enemigos responden al canon de tipejos diabólicos, entonces entendemos que estamos ante un gran hombre. Pero no sé yo hasta qué punto esto resulta práctico. Uno, ... para no perjudicar su burbuja de confort, prefiere enemigos de medio pelo o, mejor todavía, directamente mierdecillas, o sea patéticos seres que apartas mediante un humillante y simple garbilote. Reciben tratamiento de insecto y les fumigas rápido. Si el enemigo es poderoso, gastas demasiada energía y a estas alturas tampoco nos vamos a sofocar en exceso.
Me disgustaría y me preocuparía tener enfrente a un enemigo como Ábalos. Mal asunto. Con Ábalos se machihembran al menos un par de espadas que le municionan cargado de peligro. Por un lado, destila el afilado y venenoso toque macarra que brota de la calle y sospechamos que aprendió gramática parda, por ejemplo, en los lupanares que jalonan España. Ahí se cultiva uno, imagino. Por otro, surfea desde hace décadas sobre las bambalinas, las reboticas y las cloacas que representan el turbulento manantial donde sorteas las zancadillas y las puñaladas que fertilizan la política. Las enseñanzas extraídas de ambos universos le conceden un currículum radioactivo de alta intensidad. Es como mezclar la nitroglicerina con el C4. Vamos, que la explosión te derrite y no quedan ni tus huesos. Ha demostrado ser el más astuto de la pandilla y sus compañeros de tribu andan, estos días, criaturas, en un sobresalto permanente, en un susto continuo, en un espasmo perpetuo. Malviven en un «ay» y se les observa desnortados y confusos como esos niños que se extravían en las playas agosteñas. No, no me gustaría tener un enemigo como él. Uno aprecia las historias de los amigos que más tarde se convirtieron en enemigos, como la de Pat Garret y Billy el Niño porque ahí, pese a las diferencias, existía respeto por aquello del honor. Además, los entuertos se resolvían con el Colt. Hoy disparan a traición con el wasap. No hay color.
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