El toledano Joaquín Copeiro presenta «Madre, mar, Marta…», su última novela

-¿De qué habla su última novela, «Madre, mar, Marta…»?

-Refleja la vida de Pablo Palazuelo, un hombre jubilado que vive retirado junto al mar. Siguiendo su vida vamos a asistir a acontecimientos importantes de la historia de España, desde la década de los 40 hasta la actualidad. Pero por encima de todo, habría que destacar el homenaje que se hace a la figura universal de la madre, de ahí el título.

-¿Se aferra el protagonista a sus recuerdos y al amor a sus seres queridos y sus aficiones para afrontar el desencanto político?

-No es una novela que tenga un discurso lineal, sino que tiene saltos en el tiempo y esto nos permite conocer diferentes periodos de la vida de Pablo Palazuelo. Éste atraviesa por fases más optimistas, como cuando está en la universidad o las experiencias que vive en Londres y en París. A la vez, es un militante comprometido con todo lo que es el proceso de la Transición. Sin embargo, sufre fases de desencanto político, que es un poco el reflejo de lo que le ocurre al ciudadano medio de la época.

-¿La lucha por la libertad del protagonista es también un reflejo de la situación actual?

-La novela termina hacia los albores del movimiento del 15-M y esa conexión con la nueva juventud rebelde, que quiere cambiar la sociedad, aparece al final del libro, un afán de libertad que caracteriza a todos los personajes que aparecen.

-¿Contiene su nueva novela las notas de humor que caracterizan sus otras novelas?

En un momento de la novela aparece un amigo especial de la infancia, Quique, con el que Pablo se reencuentra cuando ya está jubilado. Es el que va poniendo las notas de humor, pues se trata de un personaje optimista, un médico luchador que cree que el futuro se puede transformar. Esta relación de amistad entrañable entre los dos se afirma en una comunión de ideas en la que, aparte de su amistad, comparten la pasión por la música jazz, ya que Pablo es pianista y Quique es contrabajista y se reúnen muchas veces para ensayar, todo lo cual introduce optimismo vital y existencial.

-¿Cómo son los personajes que aparecen en la novela?

-Los personajes que aparecen en la novela tienen un cierto carácter simbólico. Aparte de Quique, un luchador que ha estado en países del Tercer Mundo con Médicos sin Fronteras, hay también una amiga mayor, Carmina, una militante antifranquista comprometida. Pero sobre todos ellos destaca la madre del protagonista, una mujer que se ha hecho a sí misma, que viene de la España rural pero tiene un afán de autoaprendizaje tremendo. Empieza de fregona y termina regentando una librería.

-¿Por qué ese homenaje a la figura materna?

-La madre de Pablo Palazuelo es una mujer que luchó por conseguir un futuro mejor para su hijo. En la novela no se homenajea a todas esas mujeres de posguerra, pero si queda clara la emoción que el protagonista siente por su madre, ese amor incondicional que forma parte de las sensaciones universales que todos tenemos de una u otra manera.

-¿Hay algo de autobiográfico en «Madre, mar, Marta…»?

-Eso es inevitable siempre en todas las novelas. Aunque hay cosas que no comparto con el protagonista, pues ya he hubiera gustado ser pianista de jazz, hay algo de autobiográfico sobre todo en los sentimientos. Por ejemplo, la madre a la que homenajeo no es la mía, pero sí son los sentimientos que tengo hacia mi madre.