Leguina ironiza con la «maldición de Tutankhamon» de los alcaldes madrileños

Con enormes dosis de sorna, el que fue primer presidente regional madrileño explica en qué consiste la famosa maldición de Tutankhamon: sus síntomas son «hiperactividad insustancial, afecto expansivo, delirios de afectividad intensa de carácter pasivo, trastornos espacio-temporales (“llegar tarde”), y síndrome del topo», cuyo paroxismo, asegura, «llegó con el proyecto de construir “autopistas subterráneas”».

A ello se unen el «impulso zanjador, la inauguracionitis múltiple de tipo agudo, la manía religiosa, el enanismo estatutario (instalación de estatuas diminutas) y una turrículis grandiosa» (en referencia a la construcción de las cuatro torres en el Real Madrid).

Una operación, por cierto, que Leguina critica vivamente: no entiende, explica en el libro, cómo la transformación de la antigua Ciudad Deportiva en un área de negocios recibió el apoyo «de la FRAV, IU y los sindicatos», y que «sólo el PSOE, a través de Matilde Fernández, se opuso».

Leguina reivindica en el libro «la política como actividad noble de la raza humana, pero también es preciso señalar una cautela: las miserias que contiene ese mamífero que somos están presentes en cada uno de los miembros de la sociedad y en primer lugar entre los políticos».